Con aspecto cansado, sin corbata y rodeado de sus guardaespaldas, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se presentó la noche del martes en la callejuela del Barrio Latino de París donde su mujer, Carla Bruni, rueda a las órdenes de Woody Allen para protagonizar, él mismo, una escena digna de película.

Al salir del coche oficial, Sarkozy se encontró con la nube de fotógrafos que siguen los pasos de su mujer en el rodaje del director neoyorquino, algo que no le hizo mucha gracia al presidente, en horas bajas por el escándalo Bettencourt. Pero lo peor para él llegó después, cuando desde el grupo de curiosos que asistían a la filmación empezaron a llegar abucheos e insultos hacia el político, según han relatado algunos testigos.

En ese momento, Sarkozy perdió los nervios y exhibió su perfil más desafiante, obligando a su mujer a intervenir para evitar lo que se ha demostrado inevitable: que la escena quedara retratada por los fotógrafos. Cogiéndole del hombro y hablándole al oído, Bruni consiguió templar los nervios de su marido y evitar un vergonzoso incidente que, según los mismos testigos, irritó a Woody Allen, que acabó el rodaje ya de madrugada.

Y ese no fue el único problema para la primera dama francesa en su nueva faceta como actriz. Según ha publicado el diario británico Daily Mail, Bruni, que en Medianoche en París interpreta a la directora de un museo, tuvo que repetir hasta 35 veces una escena en la que simplemente tenía que salir de una tienda con una baguete, sin pronunciar ni una sola palabra. El problema era, asegura el diario, que la primera dama francesa era incapaz de actuar sin mirar a cámara.

VACACIONES EN LA COSTA AZUL De momento, la exmodelo y cantante --y ahora actriz-- ya ha compartido escenas con Owen Wilson, y lo hará también con la oscarizada Marion Cotillard. Cuando finalice su trabajo en la película, de la que todavía quedan un par de días de rodaje a lo largo de esta semana, Bruni y Sarkozy se desplazarán, por tercer año consecutivo, a la residencia que la familia Bruni tiene en Cap Nègre, en la Costa Azul, donde de nuevo se las verán con los paparazi que les siguen.