Una combinación de cartas llenas de odio recibidas a su nombre y las presiones
de Isabel II han llevado a Camilla, duquesa de Cornualles, a excusar su
asistencia, este viernes, en el servicio con motivo de los diez años de la
muerte de Diana de Gales. Así lo señalan hoy varios tabloides británicos para
explicar el cambio de opinión de última hora de la sucesora de Diana junto al
heredero del trono, que anunció sorprendentemente el domingo que no asistiría a
ese servicio pese a que los dos hijos de Diana, los príncipes Guillermo y
Enrique, habían solicitado su presencia.
El príncipe de Gales había insistido en que su esposa asistiera con él al
acto junto a la Reina, sus hijos y medio millar de invitados, pero, según los
expertos en cosas del palacio de Buckingham, tuvo que ser la propia Isabel II
quien dijese la última palabra en vista del eco negativo que la presencia de
Camilla había encontrado en buena parte del público. El tabloide "The Sun"
afirma hoy que lo ocurrido "es un desastre de relaciones públicas" para Clarence
House, la casa del Príncipe de Gales, y un grave revés para Camilla, que tanto
había trabajado últimamente y con cierto éxito para mejorar su imagen pública.
Según una fuente próxima a Clarence House citada por ese periódico, Camilla
no estaba muy deseosa en un principio de asistir, pero sus asesores insistieron
en que sería mejor que lo hiciera. Algunos medios acusan al príncipe de Gales,
con su insistencia en tener a Camilla a su lado en esa ocasión en la que se
trata de recordar a su primera esposa, de haber perdido todo el sentido de
realidad.
El 91% en contra de que asista
Un sondeo entre los lectores de "The Sun", el periódico de mayor tirada del
país, llevado a cabo a primeros de mes indicaba que un 91 por ciento estaban en
contra de que Camilla asistiera a la ceremonia. Muchos británicos siguen
teniendo una imagen casi angelical de la princesa fallecida hace diez años junto
a su último amante, el hijo del dueño de los almacenes Harrods de Londres, en un
accidente de tráfico en París mientras la pareja era perseguida por los "paparazzi".
Esos "nostálgicos" de Diana culpan directamente a Camilla de la ruptura del
matrimonio de la princesa por sus relaciones adúlteras con el heredero del trono
aunque el primogénito de Diana, el príncipe Guillermo, ha dicho supuestamente a
algún amigo que la relación fracasó por la incompatibilidad de caracteres.
Esa imagen de Diana ha sido atacada ferozmente por la conocida feminista
Germaine Greer, quien en un artículo publicado este domingo en el conservador "The
Sunday Telegraph" destruía el mito, la calificaba, entre otras cosas, de
"manipuladora" y "neurótica" y afirmaba que su vida había sido un "desastre".
Sea como fuere, la "princesa del pueblo", como la calificó astutamente el ex
primer ministro británico Tony Blair, siempre en la antena de la opinión
popular, sigue teniendo legión de incondicionales en este país. Su ruborizada
sonrisa es además un imán para los cientos de miles de turistas que visitan
Londres y quieren ver el palacio de Kensington, donde vivió desde 1981 hasta su
muerte, o el monumento del peor gusto "kitsch" que ha dedicado a su memoria y a
la de su último novio, Dodi al Fayed, en los almacenes Harrods.
En vista de la continuada e innegable popularidad de la princesa, los
observadores de la Casa Real se felicitan hoy de que al fin se haya impuesto el
sentido común, pero critican que no se haya evitado desde el principio el
bochorno para Camilla, anunciando que no asistiría al acto. "¿Cómo puede nuestro
futuro rey (Carlos) estar tan desconectado" de lo que piensa el pueblo, se
pregunta en el diario "Daily Mail" Christopher Wilson, autor de un libro sobre
"Carlos y Diana", que critica la que califica de "testarudez" del príncipe de
Gales al insistir en tener a Camilla a su lado en un acto que amenazaba con
convertirse en un "campo minado".