"El balcón se me ha quedado solillo". Antonio Banderas vivió ayer un duro inicio de Semana Santa al procesionar por las calles de Málaga sin la presencia de su padre, que solía observarlo con el resto de la familia desde un balcón en el recorrido oficial. Su mujer, Melanie Griffith, y su madre, Ana Banderas, vestidas ambas de luto, también añoraron la figura de José Domínguez. Fiel a su costumbre de no perder las raíces, el famoso actor, su mujer y su hija se desplazaron a la capital malagueña para vivir la semana de Pasión desde el comienzo, dado que es muy devoto de una fiesta que, para él, posee "la identidad más fuerte de Andalucía".

Según desveló a los periodistas, este año quiso hacer un hueco en su trabajo y llegó el sábado desde Londres, adonde regresó ayer a última hora. En la madrugada del miércoles volverá de nuevo a tomar un avión a Málaga para asistir al segundo desfile procesional. Y es que Banderas procesiona en dos ocasiones, el Domingo de Ramos, con la Virgen de Lágrimas y Favores, y el Miércoles Santo, con la Virgen de la Esperanza. En esta última coincide todos los años con un grupo de amigos de juventud que portan el trono con la imagen y forman lo que popularmente se conoce como el "submarino" (la parte central del conjunto de portadores, y que va justo debajo de la imagen).

Pero, sin duda, este año la cita ha cobrado especial emotividad, al ser la primera vez que faltaba el patriarca, muy vinculado a una de las hermandades malagueñas. De hecho, sus cenizas están enterradas en el columbario de la Esperanza. "Siento la pérdida de mi padre, no verlo en el balcón este año, pero estoy con mi gente, donde quiero estar, sintiendo mi tierra y dándome una sobredosis de identidad, porque un hombre sin raíces no es nada", explicaba Banderas.