Para determinar la dimensión que ha adquirido en solo un día el último manifiesto de Madonna animando al voto a favor de Hillary Clinton, basta con rescatar la definición que hizo, en 1991, Antonio Banderas, recién aterrizado en Hollywood: «Loca, extravagante, provocadora y punto». La rubia ambiciosa tenía saturado al actor malagueño desde que se conocieron en una fiesta de Pedro Almodóvar en Madrid y así mostró su sensación a los periodistas con los que tropezó en un party en Beverly Hills.

La ilusión de la reina del pop por tener muy cerca a Banderas quedó fielmente documentada en la película En la cama con Madonna (Alek Keshishian, 1991), que se promocionó al galope del escándalo que siempre acompaña a la autora de Like a Virgin.

Cuando a primera hora de la mañana de ayer las webs se hicieron eco del mitin de Madonna ofreciendo felaciones a cambio de votos a favor de la candidata del Partido Demócrata, las mentes más sucias del periodismo recordaron aquella escena de la película en la que la protagonista demostraba con una botella de agua de Vichy su destreza para practicar el sexo oral.

Madonna lleva más de 25 años dando clases de sexo. Utiliza la provocación para despertar conciencias adormiladas para, a continuación, dar lecciones más sensatas sobre las cosas más importantes de la vida. ¿Un ejemplo? El gobierno de un país. Desde que se conoció que el candidato republicano a las elecciones norteamericanas era Donald Trump, la cantante y actriz abrió una cruzada por aire, mar y tierra. En definitiva, por las redes sociales. Desde Instagram llamó a votar por «la inteligencia» de la candidata demócrata y defendió a Rosie O’Donell (otra activista antiTrump) de los ataques de las huestes del multimillonario de peinado estrafalario. Madonna también se puso en la diana al colgar una foto de los hijos de Trump (Donald y Eric) mostrando el cadáver de un leopardo tras una cacería en África. ¿Qué hubiera hecho con la de Juan Carlos en Bostwana?

Más jocosa fue la ocurrencia de invitar al 11 cumpleaños de su hijo David Banda a un grupo de niños para que rompieran una piñata con el rostro del enemigo de Clinton.

QUIERE SER ELLA / Madonna, Trump, dos iconos de signo distinto. El periodista Mark Singer, del New Yorker, aporta un dato clarificador: Trump quiere ser Madonna, persigue alcanzar idéntica gloria que la cantante. «Ya no será tan importante ganar las elecciones si consigue ser tan famoso como Madonna». Curiosa fue la respuesta del aludido: «Mark eres un perdedor, tu texto es una mamada». H