El mundo es de los vivos. Y de los muertos vivientes. La ocurrencia más reciente es la de una casa de disfraces madrileña que lanza para la noche de Halloween la careta zombie de Pedro Sánchez. Como si en el chiste se incluyera que la serie favorita de televisión del líder socialista caído en beneficio de la abstención tuviese que ser Walking death o True blood. La broma triunfará seguro. Sobre todo entre los miembros del comité federal que han evitado que hubiese un gobierno Frankenstein, o Sánchestein. De aquí quizá lo de la máscara zombi.

El carnaval de otoño invita a la astracanada: que organicen para el próximo fin de semana un baile de máscaras en la sede de Ferraz o en el Grupo Socialista del Congreso tras la investidura de Mariano Rajoy. Debajo de las careta, ¿se esconderá el ubicuo Antonio Hernando? ¿Felipe? ¿Rubalcaba? ¿Con Iglesias infiltrado?

La página disfrazmania.com vende el rostro deformado de Sánchez con esta propuesta: «Ha vuelto del más allá para asegurarse de que todos comprendemos que No es No. Consigue el disfraz más buscado en este Halloween». Ayer, el teléfono del establecimiento no respondió a las llamadas de este diario. No hemos podido despejar la duda de si el resucitador del cadáver socialista es un militante de Podemos o de El Hormiguero. También podría ser un devoto de la sultana andaluza, Susana Díaz.

En todo caso, la máscara dejó de ser veneciana para transmutarse en sátira de los que gobiernan. Una ocasión para poder reírse de todos ellos. H