María Pedraza no tuvo niñez. Entró al conservatorio con ocho años y salió con 18, convertida en una bailarina profesional de danza clásica. Hoy, con 21, es modelo, reina de Instagram, adorada it girl e influencer. Y, además, actriz. A ella -madrileña y dueña de una naturalidad desbordante- le hacen gracia todas estas etiquetas.

Viene de una familia «normal». Su hermana estudia para Policía y sus padres no tienen profesiones relacionadas con la cultura. Sosteniendo una infusión de té verde, llega a la entrevista con vaqueros, camisa y los labios perfectamente pintados. Le da cierto pudor nombrarse actriz, una profesión que le debe, en parte, a su madre y su pareja. Fueron ellos los que apostaron por que hiciera cursos de interpretación. Y esa fue la clave para que Esteban Crespo (cineasta nominado al Oscar por el corto Aquel no era yo) la llamara para protagonizar Amar, una película que acaba de estrenarse y narra el amor loco, pasional, conflictivo, radical y tóxico de dos adolescentes.

FAN DE ‘UPA DANCE’/ Pedraza -incondicional de Miguel Ángel Muñoz y del grupo musical Upa Dance- es muchas cosas. Básicamente, testaruda. Ese carácter hizo que se dejara la piel en rehabilitación cuando, nada más salir del conservatorio, sufrió una lesión en el peroné.

Su fisioterapeuta terminó convirtiéndose en su pareja -confiesa entre risas- y volvió a la danza con más fuerza que nunca una vez que se recuperó. Sufrió otro percance: una tendinitis. Vuelta a rehabilitación. De vez en cuando, la agencia de modelos en la que trabaja la llamaba para algún casting, pero al no haber estudiado interpretación no se atrevía a dar el paso.

Su novio la animó a hacer cursos intensivos, algo que también le había recomendado su madre. «A veces me siento insegura y ella pensó que la interpretación me podía ayudar a tener más confianza en mí misma», da cuenta la joven.

Bingo. Cuando Esteban Crespo estaba escribiendo el guion de Amar pensó que tenía que averiguar muchas cosas de los adolescentes del siglo XXI. Cómo piensan, cómo hablan, cómo se comunican, cómo aman. El cineasta entró en el reino de las redes sociales y descubrió a Pedraza, cuyo perfil de Instagram, lejos de ser un escaparse de modelitos, es un reflejo de sus pensamientos y su forma de vida. Crespo leyó también una entrevista en la que la modelo contaba que había realizado cursos de interpretación. La llamó y la fichó.

La película se fue de vacío en el festival de Málaga. Intenta ser tan poética que, a veces, chirría. Sin embargo, es un filme donde se distingue la huella de un autor y donde asoman la patita dos actores (Pedraza y Pol Monen) que seguro formarán parte del relevo generacional del cine español. Pedraza, de hecho, está inmersa en el rodaje de una serie para Antena 3. «No me quiero obsesionar. Vivo el día, el momento. Carpe diem», afirma la actriz, que cada semana, confiesa, aprovecha el día del espectador para cumplir con un rito: «Entrar en una sala de cine y olvidarme de mis problemas diarios».

AMOR ADOLESCENTE/ María Pedraza se emociona cuando habla de cómo toda su familia la apoyó en el preestreno del filme en Madrid, incluida su abuela, de 90 años de edad, a la que tuvo que advertir que algunas de las escenas eran subidas de tono. Eso sí, «sutiles y elegantes».

La actriz y modelo reconoce muchas cosas suyas en el personaje de Amar. Ella también ha vivido ese amor loco adolescente. Y aunque es fan de las redes sociales, reconoce que para ligar no hay nada mejor que cruzarse miradas en un bar o donde sea, pero nunca a través de una pantalla.

Consciente de que no hay padre que no mire con preocupación la adicción de sus hijos a móviles y las redes sociales, Pedraza les tranquiliza. «Yo pasé una época en la que estaba muy enganchada y mis padres estaban preocupados. ¿Cómo se me pasó? Con el tiempo. Es una etapa que hay que pasar. Yo he madurado. Y también, lo reconozco, gracias a mi chico», contesta.

El caso es que cada vez que habla de él se le escapa una sonrisa. Igual que cuando habla de su futuro.