«Huyendo del tedio de la última Semana Santa, cogí un vaso de cristal, puse dentro una flor y le hice una foto, y el tedio cedió ante una inesperada emoción», así explica Pedro Almodóvar la semilla de lo que ha acabado siendo una exposición de sus bodegones. Una nueva y particular mirada del artista de Calzada de Calatrava que ayer cumplió 68 años y para quien, ya avisa: «No encuentro nada atractivo cumplir años, al menos a mi edad».

Las 70 fotografías de Bodegones Almodóvar se pueden ver hasta el 26 de octubre en la galería madrileña de su amiga Topacio Fresh (Conde de Aranda, 5). Y las hizo sin salir de su cocina. «La cocina es un lugar muy íntimo, como el baño». Él saca muchas cocinas en su películas.

Manzanas, ajos, cebollas. Un huevo sobre un jarroncito de estampado de leopardo. Una pera de cerámica pintada a mano. Un pisapapeles de nácar. Un pequeño maniquí que parece sacado de un cuadro de De Chirico. Enchufes. Flores, vasijas... sobre el corian blanco de la encimera, jugando con la luz. «Es un proyecto autobiográfico donde están presentes los objetos con los que convivo y donde no aparece absolutamente nadie...»,explicaba Almodóvar en la presentación, a la que acudieron, entre otros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, el padre Ángel de Mensajeros de la Paz y el pintor Antonio López.

Almodóvar, que actualmente está trabajando en un par de guiones, se lanzó a este proyecto a partir de la «fascinación» por una exposición sobre pintores hiperrealistas en el Museo Thyssen y, en especial, por la obra de Antonio López. El precio de las obras -70 piezas únicas y una serie de 50 - va de los 300 a los 1.500 euros y los beneficios serán para la oenegé Mensajeros de la Paz. «Quería que el dinero se destinara a una obra inmediata como la del padre Ángel».