El primer gran juicio de la era #MeToo ya tiene su sentencia. Bill Cosby fue condenado a una pena mínima de tres años de cárcel y una máxima de 10 años por drogar y violar a Andrea Constand en 2004. La sentencia cierra un largo proceso contra el que fuera uno de los cómicos más famosos de Estados Unidos, aquel adorable padre de familia al que la televisión convirtió en un referente moral para varias generaciones. Detrás de aquel semblante amable había, sin embargo, una personalidad mucho más oscura, como atestigua el relato de las más de 60 mujeres que le han acusado de explotar su fama para abusar sexualmente de ellas tras noquearlas con sedantes. «Ha llegado el momento de hacer justicia, señor Cosby, el círculo se cierra», le dijo el juez Steven O’Neill.

Cosby declinó pronunciarse y asistió a su momento con la cabeza inclinada en el respaldo de la silla del tribunal de Norristown (Pensilvania) que lo ha juzgado. Hasta el último momento sus abogados trataron de que el castigo quedara reducido a una pena de arresto domiciliario, una suerte de clemencia que reclamaron invocando la edad y la ceguera de su cliente. «Cosby no es peligroso. Es un hombre ciego de 81 años que no puede valerse por sí mismo», dijo la víspera Joseph Green, el abogado del actor y cómico. Pero el juez no compró sus argumentos. «Usted cogió la belleza saludable de un espíritu joven y la destrozó», le espetó el magistrado. «Nadie está por encima de la ley».

Bill Cosby ya fue condenado el pasado mes de abril después de que su primer juicio se declarara nulo en el 2017. Por entonces fue declarado culpable de tres cargos de agresión sexual con agravamiento por haber violado a Constand en su casa de Filadelfia. Ella trabajaba por entonces en el equipo de baloncesto de la Universidad de Temple y el conocido humorista se convirtió en su mentor antes de drogarla y abusar de ella. Además de la sentencia, el juez ha designado al cómico «predador sexualmente violento», un título jurídico que le obligará a informar a las autoridades de cada uno de sus movimientos en caso de que salga algún día de la cárcel.