Karl Lagerfeld fue el sábado el gran protagonista del tradicional Baile de la Rosa, con el que se abre la temporada primaveral en Mónaco y la Costa Azul. El káiser de la moda, fallecido el pasado 19 de febrero, fue durante las últimas dos décadas el encargado de la decoración y la organización de una de las grandes citas sociales de la familia Grimaldi, gracias a su estrecha amistad con la princesa Carolina, y su estilo marcó también en esta ocasión la gala, que llegaba a su 65ª edición.

La propia Carolina, que entró del brazo de su hermano Alberto, rindió homenaje al diseñador alemán luciendo una de sus creaciones, un sofisticado vestido negro de la colección Alta Costura 2019 de Chanel. El diseño destacaba por su llamativo volante lateral rosa, un color habitual en las creaciones del modisto alemán. La princesa también tuvo muy presentes a otras personas muy cercanas que ya no están con ella, y llevó, por primera vez, un collar de perlas que su padre, Rainiero, le regaló a su madre, Grace Kelly, antes de su boda.

El toque Lagerfeld no solo quedó reflejado en la indumentaria de Carolina, sino también en la decoración de la Sala de las Estrellas del Sporting Club de Montecarlo, con una atmósfera que evocó los años 50 de la Riviera francesa, tal y como dispuso el modisto alemán antes de su muerte.

La gran ausente de la cita monegasca, que sirve para recaudar fondos en beneficio de la Fundación Princesa Grace, fue la princesa Charlene, que no acude desde el 2014.

La nueva generación de la familia Grimaldi cobró protagonismo, ya que Carolina estuvo arropada por sus cuatro hijos: Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi, y su hermana pequeña, Alejandra de Hannóver.