«Ha sido increíble, estoy emocionadisimo». Solo eso pudo decir el diseñador Palomo Spain al terminar ayer el desfile inaugural de la Semana de la Moda de París, celebrado en la embajada de España en París. Entre los sorprendidos asistentes, el propio embajador, Fernando Calderera, quien al término del pase decía a este diario que lo que acababa de presenciar «es un ejemplo de la capacidad creadora y artística de España». En los suntuosos salones de la embajada, lo más granado de la moda parisina y los medios especializados iban tomando posiciones desde media hora antes del desfile porque no se querían perder detalle de la resurrección de una Pompeii llena de color, sensualidad, brillo y contrastes. Las coronas de laurel se turnaban con los vistosos sombreros, las gasas con las telas de saco, los torsos casi desnudos con trajes que cubrían hasta el cuello. La aparente desolación volcánica con los brillos sugerentes de la nueva era. En su segunda incursión en la pasarela francesa, el cordobés volvió a a dejar su singular y sorprendente impronta. R.V.