Belén Esteban decía que quería una «boda familiar» y lo ha conseguido. Porque ayer reunió en su enlace con Miguel Marcos, a sus dos familias: la de sangre, encabezada por su madre y su hija Andrea Janeiro, de 19 años, y también aquella a la que pertenece desde hace unos años, compuesta por directores, presentadores y colaboradores del programa Sálvame. De hecho, la finca La Vega del Henares, en Alcalá de Henares, donde se celebraba la ceremonia, parecía una extensión del plató de Tele 5.

Allí se presentaron, como estaba previsto, el padrino Raúl Prieto; los testigos María Patiño, Antonio Rossi, Gema López, y también Paz Padilla, Carlota Corredera, Raquel Bollo, Lydia Lozano, Ana Belén Pantoja, Kiko Hernández, Mila Ximénez, Rafa Mora, Víctor Sandoval, Kike Calleja, Luis Rollán... Solo faltaba, de los que quería que estuvieran, claro, Chelo García Cortés, que se encuentra en Honduras pasando hambre y desventuras en el reality de Tele 5 Supervivientes junto a Isabel Pantoja.

Porque tanto interés tenía en esta boda quienes acudían como quienes no fueron invitados. Como Antonio Tejada y Kiko Matamoros, y como Óscar Lozano, con quien tuvo una relación en el 2000 y al que invitaron al programa Viva la vida, que presumía de desvelar cómo serían las joyas que llevaría la novia, de la Joyería Janes, que pese a ser La Princesa del Pueblo, no lució tiara. Esteban había acudido «nerviosa» y «emocionada» a las 13.30 horas a la finca, donde le esperaban los vestidos que luciría en la ceremonia y la fiesta, el secreto mejor guardado. Sobre todo porque, pese a que siempre había dicho que no habría exclusiva, finalmente firmó una con la revista ¡Hola!. Tan nerviosa estaba, aunque el novio le ganaba, que, como contaba Raúl Prieto al programa Viva la vida, ya en el coche se dio cuenta de que no llevaba la liga de rigor y tuvieron que dar media vuelta y colocársela, o sin dificultad, dentro del auto. Y en vez de jurar fidelidad, como es de rigor, le juró «felicidad», como contó Carmen Borrego.

Su hija Andrea, fruto de su tormentosa relación con Jesulín de Ubrique que había viajado de Reino Unido, donde estudia, para asistir al enlace, dedicó unas palabras a la Esteban, en las que resaltaba su papel como madre y la ausencia paterna. Y lloraba como una madalena.