En la protectora de animales Doghorsecity (Méntrida, Toledo) hay un pastor alemán de nombre Drac. Está tranquilo en su área vallada hasta que Alba, la fotógrafa de El Periódico de España, se acerca a retratarlo. Entonces, el animal se empieza a poner nervioso. Se coloca en guardia y empieza a corretear a izquierda y derecha, a lo largo dela valla. En la protectora cuentan su historia: "A este perro lo rescatamos de la calle, le habían rajado el cuello para sacarle el chip y lo abandonaron. No sabemos por qué, pero está entrenado para atacar solamente a las mujeres. Por eso se pone tan nervioso cuando ve alguna".

Como Drac, en Doghorsecity hay muchos perros con duras historias detrás. Como la pitbull que acabó con 27 puñaladas cuando intervino en un conflicto entre sus dueños, una pareja de toxicómanos que se estaban acuchillando entre ellos durante una crisis. "La pelea tuvo que suceder cerca de alguna puerta, porque todavía se ralla cuando ve puertas", dice Diego, uno de los voluntarios. Abundan los galgos, rescatados muchos de la misma horca porque ya no servían para cazar. La eterna estampa rural de la España profunda.

Pero no son las únicas historias dramáticas que encierra esta protectora de tres hectáreas en los montes de Toledo. Hay otras que, sin haber violencia física de por medio, estremecen igual. Y es que en el último año se han incrementado de forma alarmante. Son las mascotas que llegaron a un hogar cuando empezó la pandemia. Los perros fueron el principal salvoconducto para salir a la calle durante los meses de confinamiento. Tras el fin del aislamiento, hay muchos de esos animales que ya estorban.

Hecha la ley...

"El español tiene el chip de saltarse las prohibiciones que le impongan. Lo de hecha la ley, hecha la trampa. Empezó el confinamiento y mucha gente se dio cuenta de que las excepciones para salir a la calle pasaban por los perros. ¿Qué pasó? Que las protectoras, o no entregábamos perros en aquella época porque nos lo veíamos venir, o los dábamos previa firma de un contrato que les imponía sanciones económicas por encima de los 3.000 euros si los devolvían. Porque en este país, si no tocas el bolsillo, no consigues nada. ¿Qué hicieron? Acudir a las tiendas, que por 600 euros te dan uno y no hay penalización ni nada parecido".

Drac, un pastor alemán agresivo con las mujeres, es uno de los habitantes de la protectora. Alba Vigaray

Lo cuenta Ángel Félez (Vallecas, Madrid, 1982), fundador de Doghorsecity. Una protectora privada que montó hace 14 años, que se financia con donaciones y por la que no recibe subvenciones. Se dedica al rescate de animales porque empezó rescatando a humanos y se cansó de ellos. Su historia tiene altos (muy altos) y bajos (muy bajos). Que a veces las cosas no salen y él, vueltas que da la vida, se pasó nueve meses viviendo en la calle. Se recuperó con el tiempo y acabó montando una empresa de transportes y servicios que llegó a tener 36 trabajadores.

Decidió hacer de aquella empresa una especie de proyecto de ayuda social para la gente sin hogar. "Hice lo que a mí me hubiera gustado encontrar cuando estuve en la calle. A alguien que me hubiera sacado de allí y me hubiera dado un trabajo. Pero aquello me trajo muchos problemas. Eran personas muy complicadas, con problemas de adicciones, de convivencia. Hubo agresiones, juicios... Acabé tan harto de la gente, que ahora prefiero tratar sólo con animales".

A eso se dedica desde hace 15 años: montó una protectora especializada, como su propio nombre indica, en perros y caballos, aunque también tienen gatos, cabras, burros, un pavo real y hasta una llama. La rescataron del fallido proyecto de un visionario que quiso montar una granja escuela con animales exóticos y al final quedó en lo que suelen quedar este tipo de aventuras: en animales famélicos y abandonados a su suerte. "Llevo 16 años trabajando en el mundo del perro; desde clases y formaciones en centros privados a peritajes en juzgados. Gano mucho dinero, pero lo gasto todo aquí". En la protectora se va su dinero y el del resto del staff. Esta es, junto a las donaciones, la única fuente de financiación del proyecto. "Las adopciones no dan dinero. Cobramos 150 euros pero los damos desparasitados y castrados. Solamente eso cuesta más que esos 150".

A este perro rescatado aún se le notan las heridas en el cuello de cuando intentaron matarlo. Alba Vigaray

Cifras que bailan

La base de la protectora está en un alto desde donde controlan todas las parcelas valladas donde habitan los perros. Están separados por razas y/o tamaños. La zona de los galgos es la más poblada, cuyo abandono es casi un mal endémico en España. Pero ahora parece que se han incorporado a esta infausta lista canes de todas las razas. Ángel Félez es el que denuncia que en el último año se han encontrado un incremento de perros abandonados. La fuente son los propios datos que recopilan en la protectora: "En 2020 cerramos el año con unos 800 perros rescatados. 2021 todavía no ha acabado, pero ya vamos por los 980. Casi doscientos más. Eso son como cuatro más por semana".

La fuente es esa porque en España no existe un listado oficial que recoja el número de perros abandonados. Hay cifras, pero bailan. A saber: las que da el Seprona son genéricas: recogen abandonos, pero también casos de crueldad animal o tráfico ilegal. En realidad las cifras las tendría que dar la Dirección General de Derechos de los Animales, pero allí sólo confirman que no hay datos oficiales y remiten a un informe de la Fundación Affinity, que no habla de perro abandonados sino del total de los que llegaron a las protectoras (abandonados o cedidos). Cifran esta cantidad en 162.000 perros en 2020. Newtral hizo un cálculo sobre esas cifras y concluyó que el número de perros abandonados el año pasado en España se situaba en torno a los 17.000. El PACMA también hace su propia estadística y habla de algo más de 8.000. Las cifras ni se parecen entre sí.

Diego es un ingeniero informático sevillano que dejó su trabajo para unirse al proyecto. Alba Vigaray

El perfil del perro abandonado tras la pandemia es el siguiente: no hay perfil. "No hay una fisonomía concreta. No se trata de que los cazadores hayan abandonado a un montón de galgos; es que hay de todas las razas y tamaños. Hay grandes, medianos y pequeños. Es nuestra picaresca la que convirtió a los perros en un salvoconducto y ahora se deshacen de ellos porque les estorban, da igual la raza. Es el problema que hay con los perros regalados para fiestas o cumpleaños, pero una cuestión, la pandemia, que afectó a toda España", cuenta Ángel, que no es el único en apuntar este problema.

Este periódico ha hablado con la asociación Rescate Animal de Madrid donde, sin entrar en cifras, confirmaron esta tendencia. Ellos, sin embargo, la identificaron antes: "Este año no nos hemos encontrado un aumento de perros abandonados. Cuando sí lo notamos fue justo después del confinamiento. Digamos que ahora no nos hemos encontrado con esta problemática, pero que sí que la hubo en su momento". Es decir, la tendencia de abandonar perros empezó justo cuando acabaron las restricciones domiciliarias.

País de abandonos

En cualquier caso, y sin disponer de estadísticas oficiales, el número de perros abandonados en España es muy alto, según cuenta Ángel. "Yo viajo habitualmente a Bélgica porque aquí hay demasiados. También es verdad que la administración de nuestro tampoco ayuda. En Bélgica tú abandonas un perro y te ponen una multa importante. Aquí son todo problemas. Empezando por el chip. Yo se lo pongo a mi perro en Toledo, cruzas a Madrid y allí ya no te lo va a leer porque es un tema autonómico", ilustra. "Pero es que tenemos un caso de una chica con problemas mentales a la que han ingresado en un psiquiátrico. El perro le iba muy bien para su terapia. Cuando han internado a la chica, los propios servicios sociales le han pegado una patada al perro y lo han dejado en la calle".

Un pitbull descansa en uno de los mordisqueados sillones que hay en la protectora toledana. Alba Vigaray

El problema del abandono parecía circunscribirse a galgos, podencos y otras razas de cazadores, cuyos ejemplares más viejos suelen ser sacrificados por sus dueños cuando ya no son aptos para la caza. Doghorse está llena de galgos y uno de ellos, Chicle, hace honor a su nombre y se pega a nosotros durante toda la entrevista. Es el más sociable. El resto se reúnen en la más conflictiva de las parcelas: "Dan más problemas que los perros de presa. Son perros especiales, con carácter, y por eso los tenemos que tener aparte. Mira en cambio los de presa", apunta, señalando a una montonera en la que hay pitbulls, rottweilers, dogos argentinos y presas canarios. Todos descansan en silencio sobre un mismo colchón: "El colchón se lo hemos puesto esta semana. Sólo hubo follón al principio, cuando procedieron a destrozarlo. Ahora que ya lo han hecho trizas, están tranquilos".

Respecto a los galgos tampoco hay consenso. Ha circulado durante mucho tiempo la versión de que en España se abandonan 50.000 galgos al año, que es un número exagerado si se tienen en cuenta las cifras recogidas por Affinity o Pacma. Pero la diputada finlandesa Laura Huhtasaari llegó a pedir explicaciones en el Parlamento Europeo acerca de los presuntos 100.000 galgos (sólo galgos) que se mataban o abandonaban en España cada año. Si no hay consenso en una cuestión tan específica, mucho menos la va a haber en el cómputo global.

No obstante, el año acaba ya. En breve empezarán a aparecer estadísticas que confirmarán este incremento de abandonos. A Ángel, sin embargo, no le hacen falta cifras que le confirmen lo que está viendo a diario: que la tendencia se ha invertido. Si damos por buena la cifra de Affinity, en España llegaron a las protectoras 162.000 perros nuevos el año pasado. Eso suponía un descenso del 11,5% con respecto al año anterior. Íbamos por el buen camino, pero lo hemos vuelto a estropear.