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Aniversario

Gianni Versace: 25 años del asesinato del primer diseñador estrella que inventó el fenómeno 'top model'

El modisto murió a las puertas de su casa de Miami cuando un tipo fuera de control le disparó a bocajarro

De izquierda a derecha, Sting y su mujer, Trudie Styler, la princesa Diana y Elton John. EFE

Aquel trágico 15 de julio de 1997, el despertador de Gianni Versace rompió su silencio a las seis de la mañana. Como siempre que se refugiaba en Casa Casuarina –la villa palaciega de Miami Beach que había adquirido en 1992 por 2,95 millones de dólares– hizo unas llamadas a Milán nada más levantarse. Concretamente, habló con su hermano mayor, Santo, y su hermana menor, Donatella. Quería asegurarse de que todo estaba bajo control en el lujoso imperio, valorado en 807 millones de dólares, que los tres dirigían.

A las ocho y media, vestido con una camiseta blanca, unos pantalones cortos y unas sandalias, salió a la calle solo, sin la compañía de Antonio D’Amico, su pareja desde hacía 15 años. Se dirigió hasta el News Café, donde compró un café y cinco revistas. Tras pagar 15 dólares, volvió a recorrer los escasos 300 metros que separaban el popular local de su mansión. Sin embargo, un cuarto de hora más tarde, mientras abría las puertas de su particular oasis en el 1116 de Ocean Drive, un joven de 27 años –con camiseta gris, bermudas negras, gorra y mochila– se le acercó por la espalda. Su nombre era Andrew Cunanan.

A bocajarro 

Sin mediar palabra, sacó una pistola del calibre 40. Y, a bocajarro, disparó dos veces en la nuca del diseñador. Rápidamente fue trasladado al Jackson Memorial Hospital, pero los médicos poco pudieron hacer. A las 9.15 horas, con apenas 50 años, el titán de la moda fue declarado oficialmente muerto. La brutalidad del asesinato, comparable a la de Sharon Tate o John Lennon, puso de manifiesto la vulnerabilidad de la celebridad. 

Gianni Versace, entre supermodelos.

Lo que pocos sabían entonces es que, entre el 27 de abril y el 9 de mayo de ese mismo año, Cunanan había asesinado a otras cuatro personas. Nacido en San Diego, su padre filipino era un corredor de bolsa, y su madre, una ama de casa italoamericana. Ya de pequeño, cuando estudiaba en la elitista The Bishop’s School, de La Jolla, renegaba de sus raíces y fingía que provenía de una familia de alta alcurnia. Además de ser un mentiroso nato, su coeficiente intelectual era de 147, muy por encima del de la media.

Prostitución y caída libre

Tras graduarse, se había matriculado en la Universidad de California en San Diego. Pero pronto abandonó sus estudios y empezó a relacionarse con hombres, mucho más mayores que él, que le mantenían. De hecho, gracias a la prostitución, colmó sus armarios de prendas carísimas, pudo permitirse viajar con regularidad y consumir toda la cocaína y metanfetaminas que se le antojaban.

Sin embargo, a finales de 1996, tras romper con un acaudalado novio, perdió el control. En abril de 1997 se dirigió a Mineápolis y allí asesinó a uno de sus mejores amigos –Jeffrey Trail, un veterano de la Guerra del Golfo– y a David Madson, un arquitecto con el que había salido anteriormente. A los siete días, en Chicago, hizo lo mismo con el promotor inmobiliario Lee Miglin, de 72 años. Antes de llevarse su Lexus, fue a su cocina y se preparó un sándwich.

Gianni y Donatella Versace.

Al enterarse por la radio de que las autoridades le seguían la pista a través del teléfono del vehículo robado, se detuvo en el aparcamiento de un cementerio de Nueva Jersey y disparó a William Reese, el cuidador de las instalaciones. Una vez le arrebató su camioneta roja, puso rumbo a Miami y el 11 de mayo halló cobijo en el hotel Normandy Plaza. El FBI, ante ese reguero de sangre perpetrado en tres estados distintos, lo incluyó en la lista de fugitivos más buscados del país. No obstante, a pesar de que cada noche salía por los clubes gay de Miami Beach, nadie averiguó su paradero. Todo cambió, claro está, cuando abatió salvajemente a su más célebre víctima. 

Primer diseñador estrella

El 22 de julio cerca de 2.000 personas asistieron al funeral oficiado en la catedral de Milán en honor a Versace, el primero de los diseñadores estrella, el hombre que fusionó moda y espectáculo, que se inventó el fenómeno de las supermodelos y cuyo estilo se convirtió en un fabuloso 'beef' contra el gusto y el decoro burgués. 

Aquel funesto día, en el último 'front row' del modisto, estaban desde su musa, Naomi Campbell, hasta compañeros de profesión como Giorgio Armani, pasando por íntimos como Madonna, Elton John, Sting o la princesa Diana, en la que supuso una de sus últimas apariciones públicas: apenas un mes después, moría, asediada por paparazzi, en el accidente de coche que sufrió en el puente del Alma de París. 

Todos los ahí presentes se hicieron una pregunta: ¿qué motivó a Cunanan a cometer un acto tan atroz? La respuesta, pasado un cuarto de siglo, continúa siendo una incógnita. Veinticuatro horas más tarde de la ceremonia, la policía de Miami descubrió el cuerpo sin vida del asesino en una casa flotante de la ciudad. Se había disparado en la cabeza con la misma arma del crimen. No dejó una nota de suicidio aclaratoria ni nada que se le pareciera.

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