Durante décadas había un sonido que movilizaba a la Vall d’Uixó, el de la sirena que marcaba las entradas y las salidas en la Fábrica Segarra. Como tantas otras costumbres en este país, la guerra civil acabó con muchas rutinas y una de ellas fue ese peculiar y estridente ruido, que lo era así porque debía escucharse en todo el término municipal, aunque se recuperó tras la contienda y siguió avisando al municipio de su actividad hasta los años 70, aproximadamente.

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