Sonriente, Pedro Sánchez era recibido por su homólogo alemán, ambos sin corbata, en la entrada del Palacio de Messeberg, un hotel balneario a 70 kilómetros de Berlín en el que Sholz reúne durante dos días a su Gobierno, hoy con la presencia del mandatario español como invitado. Ambos han querido mostrar su sintonía en la búsqueda de soluciones para frenar el precio de la energía. Sánchez y Scholz no querido concretar cómo solucionarlo ni si pasa, tal y como propone España, por generalizar la excepción ibérica. También han mostrado su acuerdo en terminar la conexión de la península con Europa por gaseoducto. Si no es por Francia, por Italia. Todo en un ambiente distendido en el que el presidente español se ha mostrado dispuesto a viajar a Argelia, uno de nuestros mayores proveedores de gas, con el que las relaciones no pasan precisamente por su mejor momento.