Aquí llegarán los migrantes enviados por Italia a Albania tras ser rescatados en el Mediterráneo a esta instalación levantada en el puerto albanés de Shëngjin. Un centro de desembarco e identificación. Desde aquí recorrerán en autobuses una distancia de veinte kilómetros para ser traslados a este campo de internamiento en la localidad de Gjader, un complejo rodeado de vallas metálicas. Ahora tiene capacidad para 880 migrantes. Podrá llegar a albergar tres mil. Alojados en módulos como este, con literas y paredes grises y vigilados por guardias de seguridad italianos. Solo se alojarán aquí, según Italia, hombres no vulnerables. Los 16 primeros proceden de Bangladesh y Egipto. No podrán entrar ni salir del recinto a la espera de que resuelvan sus peticiones de asilo o a ser deportados sin haber llegado a pisar suelo italiano. La externalización de este proceso en suelo albanés es el plan estrella de la primera ministra italiana Giorgia Meloni. Con este acuerdo, por primera vez un país de la Unión Europea desvía migrantes a otro que no pertenece aún a la UE, un controvertido pacto criticado por organizaciones humanitarias.