Hace unos días, la presidenta interparroquial de Cáritas, Gisela Morales, presentaba la realidad social de la masiva llegada y asentamiento en la ciudad de personas provenientes de otros países. Esta realidad, que compartimos con otros muchos pueblos, desborda los servicios de asistencia que prestan los movimientos parroquiales.

La labor que realizan Cáritas, Juventud Antoniana, Conferencias de San Vicente de Paul, etc. es tan altamente positiva como anónima. Sus voluntarios no buscan colgarse medallas, sino eficiencia y trabajar por el prójimo, por el hermano, dicho sea en lenguaje cristiano.

Esta avalancha de personas que se asientan aquí no es ciertamente la primera vez que se produce. Pero seguramente ahora se da en mayor cantidad y con la realidad añadida que, en otros tiempos, venían todos de tierras españolas y ahora lo son de cualquier parte del mundo, lo que conlleva problemas culturales o lingüísticos.

Es tal el trabajo, que Cáritas no puede con todo. Y su presidenta lanza un llamamiento a la colaboración de la gente, ya sea grande o pequeña. Tota pedra fa paret, dice el refrán. Así pues, toda la ayuda puede resultar ahora altamente positiva. Ojalá que la llamada de Gisela Morales sea escuchada por muchos.