Hace ya un año, unas lluvias torrenciales afectaron la cúpula de nuestro primer templo local, la iglesia Arciprestal. El daño se ha convertido en una constante amenaza para la parte interior de la cúpula y las pinturas al fresco obra de Vergara. Y así continuamos, tras haber sido retirado el andamio para hacer el arreglo.

Todos creíamos que instalar un nuevo andamio, después de retirar el anterior, era cuestión de poco tiempo, pero hemos entrado en un plazo que podíamos llamar sine die.

Y es una pena el deterioro del templo, y es una pena también que tres fiestas solemnes, como son las patronales de la Virgen de Gracia, las del Rosario y la Purísima, se tengan que celebrar con la cúpula sin arreglar y sin que nadie garantice no se desprenda algo de ella. Una verdadera pena. Y, además, el tiempo de las lluvias de otoño está a punto de pedir paso, con lo cual puede ir a más.