"Lo único que pido y deseo es que pueda seguir entrando a mi propiedad por este callejón", afirma Florencia Serrano, la vecina de la calle Riu que denuncia a los propietarios de una casa colindante, de quienes asegura "quieren tapiar el callejón por el que tenemos derecho de servidumbre".

Sin embargo, es su palabra contra la de la otra parte. Vicenta Colonques, una de las propietarias que ha pedido el permiso de obras para arreglar la vivienda que recibió en herencia de su tío y cerrar el callejón del que, indica, "se trata de un camino particular".

Por su parte, los responsables municipales se desentienden del conflicto, al considerar que éste es uno más de los numerosos problemas que, año tras año, enfrentan a unos vecinos contra otros. Aquí, dicen, quien tiene la última palabra han de ser los tribunales de justicia.

Pero, mientras tanto, Florencia y su familia siguen vigilando el montón de arena y bloques de hormigón que están preparados a la espera de que los albañiles se decidan a comenzar la obra de tapiado del callejón.

Y es que en el mencionado callejón, que no aparece en los planos de la ciudad, existen incluso puertas de cochera.

Florencia asegura que las casas en cuestión también tienen derecho de entrada por el vial de la discordia. Afirmación que no comparten quienes aseguran que son sus propietarios.

La mujer que quiere seguir disfrutando de un derecho de paso que dice poseer afirma que no se opone a que hagan una pared, pero a partir de donde se acaban las casas, a unos cien pasos de la entrada del callejón.

Una sentencia en contra de Florencia a finales de los setenta, un acto de conciliación en el 2003 que acabó sin acuerdo y del que nada más se supo y otras acciones judiciales, de unos y otros, siguen empañando la convivencia de los vecinos de esta zona de la ciudad.

Un mano a mano que no parece tener visos de solucionarse de forma amistosa aunque, en estos casos, nunca se sabe.