El último número de la Hoja Parroquial, en la parte referente a la iglesia de San Francisco, se hace una llamada a los jóvenes, sean músicos o cantantes, a colaborar en los actos litúrgicos de la parroquia, aportando su granito de arena en los cantos que tanto adornan el ceremonial.

Parece que la cosa está un poco cruda. En los últimos años se está viendo un retroceso importante en todo aquello que significa dar parte de nuestro tiempo a cosas que benefician a los demás. La gente cada vez parece menos dada a prestar su buen quehacer como colaborador.

Es como que impera una cierta dosis de egoismo o falta de solidaridad. En sucesivas y repetidas ocasiones, entidades locales como Cruz Roja, Cáritas o Protección Civil, o las mismas orquestas de pulso y púa o plectro de nuestra ciudad, se quejan de que merman sus efectivos y no encuentran relevo.

Es una auténtica pena. No sé si es la materialización reinante, el vivir sólo por aquello material que nos rodea, pero en este tema la nota que podríamos dar a nivel local no es precisamente alta y positiva. Está claro que nos falta solidaridad, amor al prójimo y querer mejorar todo lo nuestro. Y para ello es preciso dar algo de nosotros para hacer más grande lo de todos.