En los próximos días concluirá el derribo de la nave de oficinas de la empresa Azuvi --correspondiente a la parte que todavía es propiedad de los antiguos dueños de la industria azulejera, todos ellos vila-realenses--, en cuyo solar se pretende levantar un área comercial con la más variada oferta.

Y precisamente esta demolición del inmueble industrial está sacando a la luz las casas que dan forma al barrio del Zorro, uno de los espacios de la ciudad que, hasta ahora, vivía a la sombra de los grandes muros del recinto fabril.

Acostumbrados a las vistas de la ya inexistente industria vila-realense, los vecinos de este área --de la que muchos ciudadanos, especialmente los más jóvenes, desconocen incluso su existencia-- ven con buenos ojos que, en un futuro casi inmediato, las viviendas de calles como Milà o Sant Rafael tengan salida directa a vías tan importantes como la avenida Itàlia o el camino Carretera.

“Si la cosa es para mejorar esta zona, todos estaremos satisfechos con lo que hagan, aunque también te da pena que hayan echado abajo la fábrica porque ello significa que también han desaparecido los puestos de trabajo”, asegura Dorotea Chiva, una vila-realense de 85 años que lleva 58 viviendo en su casa de la calle Milà, en el barrio del Zorro.

“Este grupo de casas se construyó antes de que se hiciera la fábrica a finales de los cincuenta, aunque después se construyó otro grupo de viviendas”, añade.

Por su parte, Ricardo o Manuel Martínez afirman que “si hacen lo que han dicho, será para bien”, mientras que Juan Francisco Córcoles confía en que el barrio mejore sus condiciones después de 30 años de residir en él.