Mauricio Pochettino debe andar preocupado en los últimos días. El técnico del Espanyol ha conseguido ganarse la confianza de todos los sectores del club catalán, con el que está atado hasta el 2014; ha complicado siempre al eterno rival, el Barça, al que ha quitado puntos importantes en las dos últimas temporadas; tiene las competiciones europeas al alcance… Pero cuando llega el Villarreal al argentino se le viene el mundo encima. Sobre todo si se trata de visitar el Madrigal, para el entrenador periquito un estadio comparable al Santiago Bernabéu, donde como futbolista en activo solo ha sido capaz de sumar un punto --como en Vila-real-- y siempre ha salido derrotado en la Liga.

Pochettino no solo se ha llevado dos 4-0 en el Madrigal, uno como futbolista de la entidad blanquiazul y otro como técnico, sino que en su etapa –iniciada en la temporada 2009/2010-- como máximo responsable del equipo de la Ciudad Condal no ha conseguido que sus futbolistas celebren ni un solo gol frente al Submarino. En cuatro ocasiones se ha enfrentado Pochettino al Villarreal y en las cuatro su equipo se ha visto siempre maniatado por los amarillos. El argentino no ha sido capaz de poner fin a una maldición que persigue al Espanyol cuando se enfrenta al conjunto vila-realense y que ya dura más de cuatro años. En enero del 2008, Tamudo marcaba el último gol de los blanquiazules al Villarreal, el último de un 3-0 que supuso la última alegría de los barceloneses ante los amarillos.

8 partidos ‘a cero’ // Desde entonces, se han sucedido ocho encuentros entre ambos equipos en la Liga española sin que el Espanyol haya sido capaz de perforar la portería amarilla. Los cuatro últimos están en el debe de Pochettino, y eso que tres de ellos se han disputado en Montjuïc y en Cornellà-El Prat: dos empates a cero y una victoria mínima del Villarreal (0-1). El único precedente de Pocchettino ante el Submarino disputado en el Madrigal es de infausto recuerdo: una severa goleada (4-0) forjada en la primera parte y la expulsión de Forlín.

El Espanyol de Mauricio Pochettino, además, no llega tampoco en el mejor momento al Madrigal para intentar evitar otro chaparrón amarillo el próximo domingo. El efecto Lotina está todavía en su punto álgido y la moral de los jugadores del Submarino dista mucho de la fragilidad de apenas dos jornadas atrás. Si los pericos buscan acercarse más a Europa en el Madrigal, el Villarreal pelea por algo más importante como es alcanzar la tranquilidad casi definitiva en esta recta final y certificar cuanto antes su continuidad entre los 20 mejores del fútbol español.

“NOS DEJAREMOS LA VIDA” // “Estamos muy concentrados. Queda poco y el del domingo es un partido clave; ojalá terminemos felices tras los 90 minutos. No va a ser fácil porque el Espanyol tiene grandes jugadores”, señalaba ayer Mateo Musacchio, que prometía a la afición que el equipo “se dejará la vida” de aquí hasta el final del campeonato.

El central argentino espera que la afición amarilla --hay que recordar que los socios del club tienen a su disposición entradas a 4, 6 y 8 €-- vuelva a ser decisiva para seguir la escalada: “Se nota mucho su empuje dentro del campo. Su aliento nos ayuda”.