Vila-real fue ayer, especialmente el centro de la ciudad, un auténtico hervidero de gente. Y es que, un año más, la Tradicional Fira de Santa Caterina --la de mayor arraigo, lo que le ha valido la distinción de Fiesta de Interés Turístico Provincial-- inundó las calles con 232 paradas en la que se vendían todo tipo de productos, que hicieron las delicias de los miles de visitantes que acudieron en masa desde diversos municipios de la provincia para disfrutar de este singular acontecimiento.

Durante toda la jornada, la plaza Major y el resto de vías en las que se instalaron los puestos estuvieron abarrotadas y tan solo durante la hora de la comida se podía pasear sin agobios por un recinto en el que casi podía palparse el aroma a castañas asadas, turrones, dulces típicos, embutidos o quesos que, una vez más, tuvieron un especial protagonismo, junto a las figuras del belén o los juguetes, ya que el Ayuntamiento ha sido nuevamente muy selectivo con los estands, dando prioridad a las paradas de artesanía y los productos propios de esta feria vila-realense.

Vendedores llegados de toda España constataron, un año más, que, a pesar de la crisis, en Vila-real siempre se hace caja, ya que la de Santa Caterina es una cita muy arraigada que cuenta con un público fiel llegado desde toda la comarca, atraído por el valor histórico de un evento que es de Interés Turístico Provincial.

Tal y como señala el edil de Tradiciones, Pasqual Batalla, “a pesar del cambio de ubicación, de cronología e, incluso, de días de duración, conserva su esencia y tradición popular”. Y así se pudo constatar ayer, con otro lleno total. Ya por la mañana, uno de los vendedores de juguetes señalaba que “a pesar de que la gente mira mucho el presupuesto, se está vendiendo igual que en 2012”, al igual que explicaban dos comerciantes más de embutidos y quesos. También las oenegés tuvieron su espacio en el evento. H