Más de 100 vecinos ya conocen casi al milímetro la basílica de Sant Pasqual gracias a las visitas guiadas organizadas por la Concejalía de Turismo que, celebradas durante los primeros sábados de los últimos cuatro meses, han registrado llenos absolutos en cada cita.

El guía ha sido el profesor Jacinto Heredia, quien se muestra satisfecho por la acogida de la iniciativa. «Pusimos un límite aproximado de 25 personas por sesión, pero en alguna hemos superado los 30 asistentes», dice.

La actividad, aprovechando la conmemoración del centenario del patronazgo de Sant Pasqual sobre Vila-real y que ya se plantean repetir, ha permitido conocer algunos de los elementos más destacados de este templo y del convento que, según indica Heredia, «pasan desapercibidos si no se le explican al visitante».

Uno de los espacios que más sorprende a los ciudadanos es la pequeña celda donde vivió el fraile franciscano Pasqual Baylón entre los años 1589 y 1592, fecha en la que falleció en el convento.

El modesto espacio se sitúa en la Real Capilla, la zona donde finalizan las rutas y una de las más interesantes desde el punto de vista artístico, con varias obras de Llorens Poy. Además, Heredia detalla a los asistentes que la original se construyó en el año 1680, en vísperas de la canonización del beato Baylón, y que en ese momento hubo polémica entre los vila-realenses y los religiosos a cuenta de si debía estar presidida por el escudo de la orden o por el del municipio. Al final, tuvo que mediar el rey Carlos II de Austria, quien terminó por imponer el real. Desde el 1992, también está el de Juan Carlos I, que inauguró las últimas obras.

La actividad ha ofrecido la posibilidad de profundizar en algunos elementos de la biografía del patrón y saber que Pasqual Baylón realizó tareas de refitolero en el convento del Rosario. Su fama de hombre bondadoso venía en parte porque, tras recoger las mesas, apartaba las sobras y las repartía entre los pobres.