El de ayer fue un evento único e histórico, jamás vivido en Vila-real. Y es que la plaza Major se convirtió en un espacio de convivencia y unión de las dos iglesias protestantes de la ciudad, el Centro Cristiano y los evangélicos de Filadelfia, esta de gran calado entre los vecinos de la etnia gitana.

El motivo de tal efeméride no fue otro que el de celebrar la clausura del 500º aniversario de la Reforma inspirada en las enseñanzas de Martín Lutero. Una cita que trascendió más allá de los límites de Vila-real, atrayendo a muchos practicantes de municipios del entorno, especialmente de Castellón, donde el colectivo protestante es más numeroso.

Tal fue la relevancia del acto que incluso asistieron al mismo el presidente del Consell Evangèlic de la Comunitat Valenciana, Francisco Javier Piquer; y el vicepresidente de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, Manuel Sarrias.

El encuentro arrancó con la interpretación, por parte de todos los asistentes, de Castillo fuerte es nuestro Dios, escrito en su día por el propio Lutero y considerado como el himno de la Reforma.

Los pastores del Centro Cristiano, Francisco Hilario; y de la iglesia de Filadelfia, Alejandro Bustamante, dirigieron el participativo culto en la plaza Major, en un acontecimiento en el que el concejal de Tradiciones, Santi Cortells, asistió en representación del consistorio, a la vez que participó activamente con una exposición sobre la historia de los evangélicos en Vila-real, que se inició en la década de los sesenta.

El encuentro finalizó en el jardín de Jaume I, «como una forma de reivindicar que esta comunidad forma parte del pasado de la Corona de Aragón», dijo el edil Cortells, quien recordó que «en el siglo XVI ya hubo vecinos de Vila-real condenados en aquel entonces por herejía luterana».