El Ayuntamiento de Vila-real acaba de formalizar con Facsa el contrato de un nuevo servicio de limpieza, mantenimiento y conservación del alcantarillado de la ciudad, que suma 170 kilómetros de extensión, que tendrá un coste anual de 200.000 euros, prorrogable a un máximo de dos años y 400.000 euros en total.

El concejal de Servicios Públicos, Francisco Valverde; y el director general de Aguas Residuales de la compañía adjudicataria, Luis Basiero, anunciaron que dicha mercantil, que ya cuenta con experiencia en la localidad, se encargará del mantenimiento de los 170 kilómetros de canalizaciones existentes, «dando un paso de gigante en la mejora de la calidad de vida de los vecinos».

La iniciativa fue calificada por el edil como un «reto» y aseguró que «gracias a la experiencia y al trabajo previo de la mercantil en nuestra red tenemos información muy detallada y un amplio conocimiento del terreno, algo básico para tomar decisiones».

Y es que, el circuito a intervenir es de 130 kilómetros de aguas pluviales o residuales --y en algunos tramos mixtas-- y unos 40 de conexión separativa, a los que se suman 4.000 imbornales, por lo que «hay mucho trabajo por delante», matizó el concejal.

Por su parte, Basiero agradeció al consistorio la confianza depositada y resaltó que «demostraremos lo que somos capaces de hacer para ofrecer el mejor servicio a los ciudadanos» y detalló que «el proyecto que tenemos entre manos ofrece grandes márgenes de mejora, al usar herramientas muy especializadas y avanzadas para llegar donde se necesita».

Personas y máquinas

En este sentido, explicó que a los medios humanos y su trayectoria y conocimientos se suman los materiales, con una «tecnología puntera y eficiente para obtener resultados, con cámaras de televisión, una extensa flota de vehículos o un sistema de reparación sin hacer zanjas, entre otros».

Asimismo, Valverde indicó que «estamos seguros de que esta colaboración va a ser muy positiva, ya que Facsa cuenta con protocolos muy eficientes y, de hecho, ya se han detectado 18 puntos negros para los que habrá un plan de actuación en los que se dará respuesta a los problemas».

Las primeras actuaciones se centrarán en un plan de choque de rejas e imbornales y a lo largo del tiempo se incorporarán cámaras robotizadas y robots fresadores para trabajar en zonas donde se precisa una intervención.