La emblemática Torre Motxa, uno de los escasos vestigios que conserva Vila-real de la muralla medieval, será accesible por primera vez. Eso sí, tendrá esa opción de forma «puntual» para fines académicos y, próximamente, estudiarán la posibilidad de hacerla visitable para la ciudadanía en general. Para hacerlo realidad, instalarán una pequeña escalera en el interior para poder llegar a la parte alta del monumento.

Una iniciativa incluida en la «necesaria» rehabilitación que el Ayuntamiento impulsará, desde el área de Territorio, enmarcada en las inversiones del presupuesto del 2018. Tras aprobar el pasado martes un préstamo con Caixa Rural, por importe de 5.019.744 euros, se desbloquearon los cerca de 48.000 euros que se contemplan para la reforma.

PLAZOS // El edil responsable del proyecto, Emilio Obiol, explica: «Esperamos tener el dinero disponible en unos 10 días, cuando entre en vigor el crédito. Tras ello, el objetivo, si es posible, será contratar las obras a una empresa local antes de que acabe el año, para esquivar dificultades con Intervención y que las acciones, que tendrán una duración de unos tres meses, comiencen a principios del próximo 2019».

El concejal destaca que la restauración servirá para arreglar desprendimientos, así como para quitar raíces de arbustos que perjudican la edificación. Respecto a su accesibilidad, remarca que «servirá para que la usen puntualmente medievalistas, arquitectos o expertos cara a excursiones con intereses científicos para poder analizar la torre, así como para facilitar su limpieza».

En el 2015 plantearon convertir este icono de la historia en un espacio abierto a los vecinos y visitantes, con la adecuación de su parte externa. «Al ser bien de interés cultural, Patrimonio frenó el plan, que era con un sistema que permitiera llegar hasta arriba. De todas formas, no descartamos esta idea», apunta Obiol.

SEÑALIZACIÓN // Asimismo, la intención de la Concejalía de Territorio es añadir al proyecto la ampliación de la señalización del trazado de muralla que quedó pendiente, tras la primera fase que abarcó la zona norte. «Si queda dinero tras estas actuaciones, esperamos poder adecuar la señalética actual para difundir su valor como merece», apunta Obiol.

La Torre Motxa es el principal testigo vivo del pasado medieval del municipio. Está considerado como el último resto de la muralla defensiva que rodeaba Vila-real. Junto con la Casa de l’Oli, esta fortificación delimitaba la esquina sureste del recinto amurallado. Fue reconstruida en el año 1424 y en su base puede verse todavía un pequeño enrejado que fue parte de las salidas del alcantarillado de la antigua ciudad durante la Edad Media.