Construido «en tiempo récord» --las obras empezaron en julio del año pasado y la previsión es que el recinto no pudiera ponerse en funcionamiento hasta el próximo 2020--, el Centro de Rehabilitación e Integración Social (CRIS) de Vila-real ya es una realidad a todos los efectos.

«Un milagro», según reconoció el alcalde, José Benlloch, que encabezó junto al secretario autonómico de Igualdad, Alberto Ibáñez, la inauguración de sus instalaciones, que permite que 65 usuarios con un trastorno mental grave reciban atención y apoyo por parte de nueve profesionales. Esa cifra equivale a una ocupación del 93%, ya que el centro, que comenzó su actividad el 15 de abril, dispone de 70 plazas concertadas con la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.

BARRIO SOCIOSANITARIO // El primer edil alabó la puesta en marcha de este edificio «necesario» para la ciudad, que incorpora por primera vez este servicio. «Según la OMS, el 9% de la población de España tiene problemas de salud mental y el 25% los sufrirá a lo largo de su vida, por lo que no podemos estar parados», explicó Benlloch. Estas instalaciones se suman al esfuerzo del Ayuntamiento por impulsar un «barrio sociosanitario» en la zona de la avenida Europa y la calle Cardenal Tarancón, espacio en el que también se concentran, a escasos metros, la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Vila-real y el centro de alzhéimer Molí la Vila.

El alcalde recalcó en esa línea la necesidad de seguir manteniendo «alianzas con la sociedad civil», una apuesta que justifica cómo en ocho años el consistorio ha cuadruplicado su presupuesto para apoyar e impulsar proyectos de carácter social. «Hemos pasado de 700.000 euros en el 2011 a los tres millones que tenemos en este 2019», también reivindicó.

Por su parte, Ibáñez, vila-realense y exconcejal en el Ayuntamiento, explicó que este proyecto, enmarcado en la estrategia de salud mental de la Conselleria, permite «pasar de un modelo de estigma y de miedo a uno comunitario y de derechos», a la vez que puso en valor la labor de las familias en una «sociedad frenética con diferentes ritmos y capacidades y en la que hay que partir en condiciones de igualdad».

El CRIS, financiado íntegramente por la Fundación Manantial con 800.000 euros, busca alcanzar la plena inclusión social de sus usuarios para que puedan vivir con autonomía y con los menores apoyos posibles, explicó su presidente, Francisco Sardina.