La Comunitat de Regants de Vila-real reeligió, hace unas semanas, a su Junta Directiva con Pasqual Broch en el cargo de presidente para cuatro años más. Broch afronta esta nueva etapa con «mucha ilusión por seguir trabajando por la agricultura local en unos momentos tan delicados».

La Junta se marca cinco objetivos para este cuatrienio: la mejora de los sistemas de riego a presión; el cambio de uso del agua de agrícola a urbano, tanto de Vila-real como de les Alqueries, como ya se ha empezado a tratar con la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ); nuevos avances en el cultivo ecológico y los abonos compatibles; continuar con las negociaciones existentes con el Ayuntamiento de Vila-real para la admisión de pluviales en la acequia y la colaboración en su mantenimiento, junto a la puesta en valor del patrimonio que atesora la entidad.

---Antes de abordar este nuevo período en la presidencia, ¿qué destacaría de los años previos?

-Entramos en el 2017 tras una época con un presidente --Pascual Carda-- en el cargo durante 20 años. Cambiamos la forma de funcionar, ya que el sector agrario es muy personalista, y empezamos a trabajar por comisiones. De alguna forma, nos hemos profesionalizado. Los nueve integrantes de Junta, ocho y el presidente, trabajamos sin diferencias, sin que uno sea más que otro. Al principio, usábamos préstamos de campaña, pero creamos fondos para no depender de nadie y ser autosuficientes en la gestión económica. Además, por el medio, en el 2019, se nos cruzó el 150º aniversario y menos mal que fue antes de la pandemia. Hicimos de todo a coste cero, con modestia. Solo quedó pendiente la actuación en el salón que acabaremos este año, gracias al Ayuntamiento de Vila-real y de la Diputación provincial.

--En cuanto a proyectos, ¿cuáles han acometido?

-Hemos empezado a trabajar hacia la sostenibilidad y la eficiencia energética, es decir, gastar menos luz y, de hecho, hemos reducido el consumo energético casi un 30%, aunque seguimos regando igual. El segundo aspecto destacado es el de los abonos, porque sostenibilidad también es utilizar menos abonos químicos y estamos gastando ya ecológicos porque en un futuro el objetivo es usar abono de este tipo al mismo coste que el convencional.

--Agricultura convencional, ecológica... ¿Se asemejan, son completamente diferentes...?

-Antiguamente, cuando acabé la carrera eran cosas claramente diferenciadas pero, por la normativa, por el respeto al medio ambiente. La convencional se parece cada vez más a la ecológica. Y esta, en la que hace 20 años había cuatro locos y costaba encontrar productos, pero están saliendo nuevos por lo que cada vez cuesta menos hacer un cultivo sostenible, que sería algo intermedio.

--¿Cuántas personas conforman actualmente la entidad?

-Somos entre 4.500 y 5.000 comuneros de Vila-real, les Alqueries y de Burriana y cubrimos unas 2.000 hectáreas --24 hanegadas--. La mayoría son vecinos de Vila-real y les Alqueries aunque también hay propietarios de tierras que viven en Bilbao o en Zaragoza.

--¿Cómo les ha afectado el covid?

-Hemos seguido trabajando porque somos esenciales pero, por un lado, hemos cambiado la forma de trabajo doblando grupos independientes de gente que trabaja el goteo y el riego a manta. En las oficinas implantamos el teletrabajo y la atención con cita previa, por lo que el mayor problema casi han sido las reuniones, pero hemos acabado haciéndolas virtuales.

--Hace unos años se habló de la llegada de ayudas para la modernización del riego. ¿Cómo quedó?

-Ahora hay más aportaciones europeas. En Vila-real hicimos un estudio previo para coger el agua de más arriba de nuestro azud. Si la cogiéramos de unos 100 metros más arriba de donde ahora, desde la Llum de Tol, tendría bastante presión para traerla sin coste energético a las fincas. Es una de las cosas que estamos estudiando con ingenieros, la Conselleria y con la Confederación para ver si podemos traer esa tubería y habría agua en continuo. Pero son obras complicadas que implican a muchas partes y, además, caras por lo que estamos buscando todas las ayudas europeas, autonómicas... porque se están dando para la racionalización del riego.

--¿Está funcionando la diversificación de producción?

-El 90% de nuestros cultivos son cítricos. Se intentó el caqui, no cuajó y ahora se plantan aguacates y granados. También hay un auge, en parte por el covid, de productos hortícolas locales y de proximidad que también puede atraer a jóvenes a la agricultura.

--¿Llega gente joven al campo?

-Hay un cambio generacional. Mucha gente no es agricultor a tiempo total porque tienen otras profesiones. Los que se queden lo harán con más superficie y será mucho más profesionalizado que ahora. Cuesta pero pasará. Además, cada vez es más habitual la tecnología en el campo. Antes se abría la puerta y ya, pero ahora el control del goteo, las sondas, los drones o satélites. Esa tecnología la entiende más alguien joven y eso aproxima a la gente a este sector.

--¿Qué retos se marca para esta nueva etapa?

-Hemos pedido un cambio de usos de una parte del agua a la CHJ. Tenemos una concesió y si se hacen polígonos o urbanizaciones no queremos quedarnos sin, pero con la nueva ley de aguas podemos venderla o cederla para otras necesidades. Además tenemos bastante patrimonio tras 150 años como el azud, el salón de actos, la sede o la acequia que es nuestra pero también de todos como punto de pluviales.

Nos gustaría ver si podemos llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento en el que esto quede reflejado así como el uso de la acequia quizá con una normativa municipal que recoja que, desde la avenida Francia hasta Arcadi García Sanz se use el mismo tipo de pavimento o que los árboles estén separados a tantos metros de la acequia para que las raíces no la dañen. Podría ser un paseo muy bonito para Vila-real porque es una diagonal que le daría singularidad al pueblo porque no hay otros en los que una acequia pase agua por el medio de la calle que cada vez se valora más.

--¿Cómo va la campaña?

-La clemenules se ha cogido toda. Empezó con unos precios de referencia bastante buenos y acabará con unos relativamente bajos, pero hay factores con los que no contábamos. Ha hecho mucho calor en verano, la fruta ha quedado pequeña y el comercio no recoge calibres pequeños. Ha aparecido la clareta, una deformación, y también el cotonet de Sudáfrica por lo que hay fincas en las que un 20 o 40% se ha quedado sin coger y si habían hecho cuentas de 12.000 kilos solo han habido 8.000 buenos, pero dentro de todo no será un desastre de campaña.