A poco más de tres meses vista de la finalización de las obras de la primera fase de la construcción de la ronda suroeste de Vila-real, el Ministerio de Fomento sigue sin concretar una propuesta definitiva y debidamente consensuada con el resto de administraciones afectadas --Generalitat y Ayuntamiento-- para acometer el enlace de esta circunvalación por el oeste de la localidad con la N-340.

Y es que, aun acelerando los procesos para ejecutar la conexión a la mayor brevedad posible, resulta muy improbable que la misma esté operativa en lo que resta de legislatura, lo que acarreará importantes problemas de tráfico en cuanto la ronda se abra a la circulación, previsiblemente durante el próximo verano.

De hecho, la Conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad mantiene su apuesta por construir una gran rotonda para regular el tránsito de vehículos en el punto en el que se unirán ambas carreteras, coincidiendo con el actual cruce de la 340 con el camino Assagador, junto a la estación de la ITV y del complejo empresarial de Porcelanosa.

Una solución que no gusta a los técnicos y responsables del Ministerio de Fomento que, por ahora y sin tener clara ninguna fecha para un encuentro que retome las conversaciones entre administraciones, se enrocan en el enlace a diferente nivel que, por otra parte, es el que se contempla en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Vila-real que se aprobó en 1994 y sigue aún vigente.

FUTURO INMEDIATO / Por el momento, lo único cierto es que ni Gobierno central ni la Generalitat parecen tener prisa alguna por buscar un punto de encuentro y proyectar y ejecutar una conexión que resulta vital para dar una solución de continuidad a un vial que vecinos y empresas llevan esperando más de dos décadas.

El propio alcalde, José Benlloch, avanzó días atrás en el programa La Pandelora de MediTV, que tiene previsto en breve mantener una reunión con la actual urbanizadora del proyecto de casi un millón de metros cuadrados que en su día se denominó Europlataforma Intermodal y que, desde hace unos años, se le conoce como Espai Vila-real. El objetivo no es otro que el de estudiar las posibilidades de la mercantil para asumir la parte de la inversión que le correspondería, en el caso de que se opte por construir un escaléxtric como se propone desde el Gobierno.

Y es que para acometer esta obra se requeriría, al menos, la cesión de suelo por parte de la urbanizadora en cuestión. Terrenos que, como apunta Benlloch a Mediterráneo, «podrían ya estar en manos del Ayuntamiento si el PP no hubiera preferido en su día cobrar en dinero, para después despilfarrarlo, el aprovechamiento que correspondía a la ciudad».