Los lugares del término municipal de Vila-real en los que se acumulan vertidos ilegales han crecido exponencialmente en los últimos meses, de manera especial en los caminos y huertos --en su mayoría abandonados, aunque también en otros con cultivos en activo-- más próximos al casco urbano.

Se trata de auténticos vertederos de enseres procedentes del vaciado de casas y de sacos repletos de escombros, fruto de obras que, como apunta el propio concejal de Servicios Públicos, Francisco Valverde, «muy probablemente ni siquiera cuentan con la licencia correspondiente, por lo que los infractores estarían realizando dos ilegalidades. Por un lado los trabajos de obra que, en el caso de contar con autorización tienen que ir acompañados de la colocación de un contenedor para los restos; y, por otro, el hecho de abandonar esos residuos en lugares en los que no está permitido hacerlo».

Y añade el edil Valverde: «Quien tira escombros en campos y caminos del entorno de la ciudad sabe perfectamente que eso es algo que está prohibido y por ello salen fuera del casco urbano».

En este sentido, el máximo responsable del área de Servicios Públicos se muestra favorable a aplicar las sanciones que sean necesarias y que puedan derivarse de la vigilancia que se ejerza por parte de la Policía Local. «Desde nuestro departamento pasamos periódicamente un listado de los puntos calientes en este sentido, para facilitar los controles de los agentes», tal como señala el concejal.

Los costes

Este punto, ubicado junto al puente del camino Cedre, es uno de los habituales de los incívicos. JOSEP CARDA

Y es que, como apunta a Mediterráneo, cada vez que desde el consistorio se acomete la retirada de estos restos de las vías rurales del término municipal, «el coste que se genera es de 4.000 ó 5.000 euros, porque hay que contratar una retroexcavadora y un camión para llevar a cabo estas tareas durante varios días». Y añade: «No podemos estar cada mes gastando ese dinero para eliminar los residuos de nuestros caminos».

Muebles viejos y rotos, marcos de puertas arrancados, lavabos y bañeras, láminas de plástico o madera que recubrían anteriormente paredes y desperdicios varios forman el grueso de los vertederos ilegales que, desde hace varios meses, han aumentado exponencialmente en el entorno del casco urbano y que se complementan con la presencia de escombros procedentes de derribos, tanto dentro de sacos como a granel.

El edil Valverde hace hincapié en la dificultad añadida de que en algunos casos los abocamientos se producen en fincas privadas, «en las que el Ayuntamiento no puede entrar, por lo que se le da traslado al propietario para que actúe».

Con todo, el incivismo es tal que varios de los vertederos ocupan parte de la calzada de viales rurales, como es el caso del que ha aparecido en el Camí del Tercer Sedeny, con el consiguiente peligro para el tráfico de vehículos.