Acompañada por centenares de luces de los farolets, la Inmaculada regresó este lunes a la sede de las purisimeras en Vila-real tras casi dos semanas ocupando la iglesia arciprestal con motivo de la festividad anual de la congregación religiosa que aglutina a más de 3.000 personas.

Sobre las 21.00 horas, arropada por muchos de sus congregantes, la imagen salió de la arciprestal a hombros de sus portadores para dirigirse al local de la Purísima, en la plaza de Sant Pasqual. Una vez allí, dispararon un castillo de fuegos artificiales que puso el broche final a las fiestas anuales.

Unas fiestas que han supuesto la recuperación de cierta normalidad, sin olvidar el uso de la mascarilla, tras un 2020 con mayores restricciones a causa de la situación sanitaria. Así, las misas volvieron a celebrarse con el aforo máximo y las procesiones retornaron a las calles céntricas.

A los actos espirituales como las vigilias, el paso por el manto o la vestición de medallas se sumaron otros de carácter lúdico como las fiestas infantil y juvenil, puesto que uno de los objetivos de la entidad es involucrar a los jóvenes. Otras son de tipo solidario como la recogida de alimentos sin olvidar las culturales como la serenata. Días de fervor en azul y blanco.