La traca, desde la basílica de Sant Pasqual hasta el ayuntamiento; el posterior correfoc y el castillo de fuegos lanzado desde el parque de Alaplana despidieron la noche del domingo las fiestas patronales tras una jornada sosegada en Vila-real. Fue momento de recoger en los casals de las peñas o de retirar los cadafals del recinto de la vila para que la ciudad recupere su imagen.
Unos festejos que han supuesto la vuelta a la normalidad tras unos últimos en 2019 y que este año fueron especialmente intensos y participativos en sus primeros días con acumulación de actos solemnes como la ofrenda o la procesión y otros gastronómicos o lúdicos como la cabalgata o las propuestas taurinas que congregaron a muchos participantes y también público. Así lo constató el edil de Fiestas, Diego A. Vila, que apuntó que, más allá del herido en el encierro del miércoles, no se han registrado incidencias graves.
«Se han superado las expectativas ya que teníamos cierto miedo de que la gente no respondiera aunque han sido las primeras fiestas de la provincia sin restricciones y sin lluvia», valoró. Con todo, Vila y el comisario principal de la Policía Local, José Ramón Nieto, realizarán este lunes el balance oficial.