Qué sería de unas fiestas de Vila-real sin su correspondiente Nit de la Xulla. Símbolo imperecedero de los festejos patronales desde hace más de 40 años (es un acto que se instaló en la programación tras las primeras elecciones democráticas), los vecinos volvieron a cumplir con la tradición para hermanarse en torno a las brasas y la carne y compartir menú.
Miles de personas, desde peñistas, familias y amigos por su cuenta o visitantes, sacaron este lunes sus parrillas y sus barbacoas a la calle para impregnar a la ciudad de ese aroma a torrà tan emblemático de Vila-real. Un ritual, como ya pasó hace menos de cuatro meses en las fiestas de Sant Pasqual, que vuelve a ceder el protagonismo a las hogueras en el acto más participativo de la semana grande.
De hecho, es tal el nivel de arraigo y acogida que tiene esta cena en plena calle que ya hace tres años que es fiesta de interés turístico provincial y gracias a la cual las carnicerías hacen su particular agosto, ya que conlleva la preparación de cientos de kilos de carne. Cualquier tipología es válida, desde cordero, longanizas, butifarras, chorizos o panceta.
Charangas
Para animar el ambiente, los charangas fueron recorriendo una vez más las calles y amenizaron la velada mientras el humo de los asados fue apoderándose del cielo vila-realense.
Como preludio, la Junta de Festes organizó la cuarta edición de una ceremonia que también se ha consolidado en el programa de actos. Y es que qué mejor acompañamiento que el allioli para degustar la carne, por lo que el encuentro para elaborar ajoaceite que tuvo lugar en la plaza Major reunió a decenas de vecinos. Mortero en mano y con mucha maña para conseguir que la mezcla cuajara bien, los asistentes (de todas las edades, desde pequeños a mayores) calentaron motores y prepararon la mejor salsa que pudieron antes de que la acción pasara a las numerosas hogueras y parrillas.
