Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Los acontecimientos de los últimos años y el auge, de nuevo, de los movimientos de la extrema derecha en Europa obliga a la sociedad en general a hacer memoria y recordar lo que supusieron las dictaduras fascistas y nazi para miles de personas.
Y Vila-real y otros ocho municipios de la comarca de la Plana Baixa --Burriana, Onda, Eslida, Nules, Moncofa, Alfondeguilla, la Vall d’Uixó y Almenara-- tienen motivos para recordar, por ejemplo, a los 27 paisanos que sufrieron un auténtico infierno en diferentes campos de concentración hasta llegar al de Mauthausen.
Hasta ahora, los libros escritos dedicados al sufrimiento de españoles en estos recintos, creados por Hitler y sus seguidores y destinados a torturar y asesinar, se limitaban a los listados de nombres y números. Sin embargo, y tras años de trabajo en la recuperación de la memoria histórica, los historiadores Lara Cardona y José Albelda han puesto nombres y apellidos a estas víctimas del franquismo y del nazismo con la publicación del libro que lleva por título Los 27 de Mauthaussen.
Agotados los ejemplares
Un libro que se ha presentado en Vila-real y Burriana en las dos últimas jornadas y que ya ha agotado los ejemplares que se editaron, con la colaboración de siete de los ayuntamientos con vecinos en el listado del campo de concentración. En sus páginas se da cuenta de la biografía de todos ellos, fruto de una ardua labor de investigación por parte de los autores.
El vila-realense Manuel Puertas Marín fue el primero de los ciudadanos de la Plana Baixa en morir en Mauthaussen. También de esta ciudad fueron los presos y represaliados José María Clemente Garcerá, Joaquín Salvo Bellmunt --cuya localización resultó dificultosa porque en Mauthaussen le cambiaron el orden y uno de los apellidos, inscribiéndole como Vermut Salvo--, Manuel Gil Vagán Corbató, Joaquín Gil Arnau, Faustino Lozas Frontera, Pedro Cubedo Carda, José Pascual Cabedo Llopis y Ramón Pastor Cubedo.
De todos ellos, solo Clemente, Gil Vagán, Lozas y Cabedo llegaron con vida al día en que las tropas aliadas les liberaron en 1945.
Unas historias que, pese a su crudeza, permiten recordar hasta dónde puede llegar la maldad humana y los mensajes de odio.