La Asociación de Hijas de María del Rosario vive de lleno sus fiestas en Vila-real, esta vez sin las restricciones que limitaron estas celebraciones en los dos últimos años a causa de la pandemia. La ilusión y la emoción marcan los días en los que las rosarieras vuelven a honrar a su patrona, la Mare de Déu del Rosari.

Aunque los festejos se iniciaron hace unas jornadas, con las eucaristías y las citas religiosas tras el traslado de la Virgen a la iglesia arciprestal, fue ayer cuando tuvo lugar la fiesta principal de la asociación, conocida popularmente como la de les fadrines, caracterizada por la eucaristía que presidió el obispo de la diócesis, Casimiro López Llorente, y en la que se interpretó la Missa del Roser, del maestro Lluís Romeu, a cuatro voces y pueblo, con acompañamiento de órgano y bajo la dirección de Juanjo Peláez, que recibió una placa de reconocimiento.

Pero fue por la tarde, tras el rezo del rosario y la exposición del Santísimo, que arranco a las 19.00 horas, cuando la imagen de la Mare de Déu del Rosari fue el centro de atención en la tradicional procesión que recorrió las calles del centro de la ciudad.

Amplia repercusión

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En cualquier caso, la entidad que reúne a más de 6.000 mujeres rosarieres continua la programación de sus festejos anuales con un buen número de citas con marcado carácter religioso, a las que se pondrá fin el lunes, 10 de octubre con el retorno de la patrona a la sede social Mossén Gil de la entidad.

Entre tanto, también tendrá lugar, el viernes, la concurrido ofrenda floral a la imagen del Rosari, coincidiendo con la fiesta litúrgica de esta advocación mariana. Una ofrenda que, además, tiene un carácter solidario por cuanto los participantes que lo deseen pueden aportar alimentos no perecederos que, posteriormente, se destinarán a los necesitados.