CELEBRACIONES DE LA CONGREGACIÓN DE HIJAS DE MARÍA INMACULADA

Devoción a flor de piel en la Festa de les Fadrines de las purisimeras de Vila-real

El obispo de Ibiza y Formentera preside la misa y afirma sentirse impactado por la iglesia arciprestal

Los mancebos portaron la imagen de la Purísima a hombros en el transcurso de la procesión de la tarde.

Los mancebos portaron la imagen de la Purísima a hombros en el transcurso de la procesión de la tarde. / ERIK PRADAS

El de ayer fue el día grande de las purisimeras de Vila-real. La lluvia, que se dejó notar con insistencia por la mañana, dio una tregua por la tarde para permitir que la Congregación de Hijas de María Inmaculada sacara la imagen de su patrona por las calles del centro de la ciudad, en una multitudinaria y emotiva procesión.

Con todo, la devoción se vivió con intensidad desde la mañana, con la celebración de la misa de la Festa de les Fadrines que, en esta ocasión, presidió el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Ribas.

En su homilía, Ribas hizo especial hincapié en el papel de las madres y las abuelas como transmisoras de la fe a las nuevas generaciones. Una transmisión que, durante siglos, se ha hecho evidente en el seno de esta y otras entidades de tipo religioso de la ciudad. Además, puso de relieve la figura de la Purísima en el seno de la iglesia católica. E, incluso, aseguró sentirse impactado por «la grandiosidad» de la arciprestal vila-realense que, dijo, es varias veces más grande que la propia catedral de Ibiza, en la que ejerce sus funciones.

A la misa no faltaron cientos de purisimeras, así como un destacado elenco de sacerdotes y también una amplia representación de la corporación local, encabezada por el alcalde, José Benlloch.

Asimismo, el coro La Inmaculada interpretó la misa Tota Pulchra a cuatro voces mixtas, obra de Miguel Alepuz Penalba, acompañado por la orquesta de cámara y por el sonido del órgano.

Colores azul y blanco

De nuevo, los colores azul y blanco dominaron en una jornada en la que la procesión vespertina inundó el centro de la ciudad a su paso por las calles Sant Roc, Bayarri, Major Sant Jaume, plaza de la Vila, Comte Albay y de nuevo Sant Roc para volver a dejar la imagen de la Purísima en el primer templo local, donde pasó la última noche antes de regresar, esta misma tarde, a la sede social de la Congregación de Hijas de María Inmaculada, frente a la basílica y el jardín de Sant Pasqual.

Y es que la pasión con la que viven las purisimeras las celebraciones en honor a su patrona llama la atención no solo de quienes residen en Vila-real, sino de aquellos que, llegados de otros lugares, son testigos de estas conmemoraciones, como fue el caso ayer del obispo de Ibiza y Formentera.

A partir de esta tarde-noche, cuando concluya la tradicional procesión del farolet para devolver a la Purísima a su casa, la entidad ya iniciará la cuenta atrás para sus fiestas del 2023.