La final de la Supercopa de Europa se ha convertido en un auténtico expediente X para el Villarreal CF. Para un club que se distingue por planificar muy bien su agenda deportiva y social, el partido ante el Chelsea, vigente campeón de la Champions League, se ha convertido en una auténtica pesadilla, sobre todo por las numerosas incógnitas que se ciernen alrededor de la final de Belfast del próximo 11 de agosto. La UEFA no se ha pronunciado ni ha respondido a las cuestiones que le ha planteado el Villarreal referentes a la organización del encuentro, cuando se debe preparar un dispositivo adecuado para, en caso de que pueda entrar público, poder tener bien preparados todos los aspectos referentes a un masivo desplazamiento de aficionados, acentuado el problema en tiempos de pandemia.

El Villarreal ha llegado incluso a solicitar un cambio de sede y también la posibilidad de a medida que transcurrían los días y se acercaba la fecha del 11 de agosto, busca la posibilidad de aplazar el partido a otro día. Ninguna de las dos opciones han encontrado una respuesta por parte de la UEFA, que se mantiene posicionada en su idea originaria de que Belfast sea la sede de la Supercopa de Europa y también en que se celebre en la fecha planteada. El inmovilismo es absoluto y ello ha desencadenado en una sensación de impotencia para la organización del Villarreal, atada de pies y manos sin poder efectuar movimiento alguno. Incluso, la posibilidad de que el partido se disputase a puerta cerrada, con lo que el club ya sabría que no puede desplazar aficionados a Irlanda, también parece descartada. A dos semanas vista las preguntas sin respuestas son varias.

¿Se celebrará con público la final de la Supercopa?

Es la primera pregunta y principal pregunta. La UEFA no ha sacado entradas a la venta para el partido, pero tampoco ha declarado oficialmente que el encuentro fuera a disputarse a puerta cerrada. Es más, todo lo contrario, el propósito es que se dispute con aficionados, aunque con un aforo reducido, que podría ser de un tercio del total, aunque este dato solo es una especulación, porque tampoco ha habido pronunciamiento de ningún tipo, como es obvio, al no haberse confirmado que pudiera albergar presencia de aficionados.

¿Podrá viajar la afición amarilla a Belfast?

Posiblemente esta sea la cuestión que más preocupa e inquieta en Villarreal. La situación generada por la pandemia del covid 19 y la alta incidencia en España obligaría a una cuarentena a la llegada a Irlanda, lo que haría imposible prácticamente que los aficionados amarillos se desplazasen a la final en caso de que se permitiera, como parece, presencia de público. El club lleva días intentando conocer que decisiones adoptará el gobierno irlandés al respecto, poniéndose en contacto con la federación irlandesa y con la UEFA. La única respuesta que se ha encontrado es, precisamente, el silencio o lo que se podría definir gráficamente como un gesto de no sabe, no contesta, levantado los hombros ante la pregunta. Los días pasan y el club observa como cada día que pasa se queda con menos margen de maniobra para organizar un desplazamiento de dos mil, tres mil o léase el número de aficionados que permite el gobierno, muy restrictivo con la entrada a su país. Incluso, la posibilidad de organizar una burbuja con controles de PCR y desplazamiento de seguidores del aeropuerto al estadio, es ahora una posibilidad aprobada.

¿Habrá cambios de fecha y sede?

El Villarreal planteó estas opciones como una solución de emergencia para intentar solucionar un problema organizativo ante la falta de tiempo material y con el fin de respetar también las condiciones de entrada en Irlanda impuestas por las autoridades. En este momento está totalmente descartado que vaya a disputarse el partido en otra sede y otra fecha que no sea Belfast y el 11 de agosto.

¿Cuándo se resolverán las incógnitas?

Es otra de las grandes preguntas que alientan el expediente X de esta final de la Supercopa entre el Villarreal y el Chelsea. La UEFA acostumbra a ser un organismo que cuida y mima los detalles al máximo, pero en esta oportunidad está dejando pasar los días sin ofrecer respuestas. El Villarreal espera que en las próximas 48 horas pueda saber a qué atenerse y poder dar una respuesta a las numeroras peticiones de su afición para saber cómo y cuándo podrían viajar a Belfast para estar presentes en la segunda final del Submarino, tras proclamarse campeón de la Europa League en Gdansk el 26 de mayo. Hoy todo es incertidumbre alrededor del choque.

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¿Saldrá perjudicado el Villarreal?

Otro de los temores que existe en el club es que exista una discriminación en cuánto a la presencia de seguidores de uno y otro club se refiere. Ya no solo por la cercanía con la que los hinchas del club londinense afronta la final con un desplazamiento más fácil por la cercanía, sino por el hecho de que, finalmente, pudiera haber solo presencia de aficionados del Chelsea ante la imposibilidad de que no pudiera garantizarse que los seguidores del Villarreal puedan estar presentes en Belfast por el protocolo frente al covid de las autoridades irlandesas. La UEFA también mantiene el silencio ante lo que sería un fuerte agravio comparativo entre el campeón inglés y el español.