El Villarreal CF ganó su final en Bérgamo y ya está en octavos de la Champions League. Sabiendo sufrir y compitiendo en un duelo de colosos, en el que uno debía despedirse y fue el Atalanta el que se quedó fuera. Ambos han sido los que más han aportado al fútbol en este grupo F de la Liga de Campeones. El 2-3 final mete a los amarillos entre la nobleza europea y le inyecta fuerza para recuperarse en LaLiga. El Submarino ganó a lo grande ante un rival excelso que nunca se vino abajo ni con el 0-3 en contra.
La Champions exige al máximo. El nivel de competitividad es muy alto en cada partido. No es suficiente con ser mejor o hacer más méritos que el rival, como ya lo vivió el Villarreal en Manchester, con una de las derrotas más crueles que ha sufrido el equipo amarillo. La diferencia entre ganar y perder depende de KPIs como la minimización de errores en el área propia y en maximizar los porcentajes de llegadas y definición en el remate. Por supuesto, correr, intensidad y tener una idea muy clara. Los indicadores del Submarino en Bérgamo poseían sello Champions en estado puro. La evolución del equipo de Unai Emery estaba cimentada en el aprendizaje de negativas experiencias. Sin perder sus señas, los amarillos no mantuvieron ni forzaron la posesión del balón en las inmediaciones de su área. Un equipo más pragmático y más contundente cuando se acercaba al área de Musso.
Asesta un golpe letal
El Atalanta cometió uno de sus fallos que te condenan si el contrario te machaca con un golpe letal. A los tres minutos, una entrega errónea de Hateboer a Dani Parejo, precipitó un pase en profundidad para Danjuma que acabó con un precisa definición del neerlandés, que en Bérgamo estaba en modo Champions y fue un puñal que provocaba incisiones dolorosas en la zaga bergamasca. Era un inicio soñado ganar 0-1 nada mas ponerse en marcha. Sí, pero con un equipo volcánico como el italiano, no existe un guion predefinido al que ajustarse, porque su fútbol es igual ganando que perdiendo. El sello de Gasperini es genuino e intransferible. El Atalanta le puso fuego al partido. No hay equipo en Europa que realice con más rapidez sus transiciones y muestre un poderío físico tan fuerte.
Rulli sufrió asedio en su espacio aéreo, pero lo blindaba con su agilidad y reflejos, desactivando buenas ocasiones de Tolói, Freuler y Hateboer. Pero el Villarreal respondía con inteligencia, control del juego y de los tiempos del choque.
Este es el mapa de calor de los protagonistas sobre el rectángulo de juego
La fórmula que pretende Emery
Emery lleva tiempo buscando la fórmula que le otorgue esa mezcla idónea entre ataque y defensa que le haga fuerte. Y empieza a darle sus frutos esa ubicación de jugadores como Moi en Bérgamo u otros días Trigueros como integrante de un cuadrado con cuatro vértices que componen Danjuma, Gerard, Moi y la novedad de Alberto Moreno. Con Gerard es más fácil todo, porque su inteligencia futbolística, talento y capacidad de trabajo son un bonus extra. El Atalanta lo sufrió.
El Villarreal exhibió todo su arsenal en un partido decisivo. Fue el despertar de la bestia. Y al filo del descanso una delicatessen para catadores de fútbol de altura. Paredes al primer toque con asistencia final de Moi a Capoue y derechazo de calidad del ‘6’ francés que suponía no un jaque mate pero si un golpe de autoridad. Los groguets necesitaban ganar, pero todavía más sentirse poderosos y recuperar las sensaciones del campeón de Gdansk.
La exhibición del Villarreal sí tenía esta vez premio. Ya estaba bien de buenas actuaciones penalizadas cruelmente. Emery ya tiene un partido para hacer un tutorial para sus jugadores con el que marcar la senda de la recuperación: Bérgamo.
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Gerard se había puesto el traje de luces de las grandes ocasiones. Debajo de ese disfraz antiestético cuando corre, se esconde un futbolista top. El 0-3 llevaba su firma de autor aunque el tanto lo marcara Danjuma, también bendecido por los astros en el infierno polar de la Lombardía italiana. Magia pura del '7' groguet, cameleónico en la estética, como queriendo engañar siempre al rival para hacerle un traje a medida como el que le cosió a Palomino.
¿Se rindió el Atalanta con los tres goles en contra? Ni mucho menos. Los bergamascos siguieron a la suya. Sin respiro. Sin perder la ambición como si el 0-3 fuera un error del electrónico. Malinovskyi, que acaba de salir, envió un balón al larguero antes de marcar de un trallazo imparable el 1-3. Y eso que el Villarreal no bajó el ritmo. No hubo bandera blanca. Zapata encendió a la grada y avivó la calera de la grada marcando el 2-3 en una acción trepidante. Intercambio de golpes por ambos bandos. El partido era espectacular. Y el Atalanta exprimió su chance. Otro susto con remate al palo. Pero se aguantó hasta el final su renta.
¡Vaya partidazo! Sufrimiento hasta el final, pero esta vez con final feliz y pasaporte para los octavos de Champions. Un gran Villarreal.
