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VILLARREAL CF

La crónica | El Villarreal debe mutar su cara en la Champions (2-0)

Brinda su peor versión ante el colista y cosecha una derrota que le aleja de Europa por la vía Liga

Morales regatea a Rulli y anota el segundo tanto del Levante.

Era un partido clave para Villarreal y Levante. Objetivos diferentes, iguales necesidades. Ganar o ganar en su particular carrera, uno por la permanencia, el Submarino por sellar un pasaporte europeo. Emery lo certificó con la configuración del once inicial en el Ciutat de València por si existían dudas. Jugaron todos los que el técnico considera titulares para las grandes ocasiones. Incluidos Gerard Moreno y Foyth. Si hay rotaciones serán ante el Bayern. LaLiga es más importante que la Champions, aunque el sonido de la música de la Liga de Campeones sea embelesante por la resonancia del rival y de la propia competición. Esa era la teoría, en la práctica al Villarreal le faltó un punto de intensidad para mostrarse superior al rival. ¿Mal el Submarino? Pues no. ¿Bien? Pues tampoco.

El Levante, por su parte, no arriesgo nada en los primeros 45 minutos. Y eso que las balas se le agotan y necesita victorias casi de cuatro puntos para agarrarse a la salvación. Pero cada uno debe ser consciente de sus limitaciones y de las virtudes del rival. Alessio Lisci planteó un partido ‘ad hoc’ en consonancia a sus poderes y a los que tenía delante. 

Los granotas saltaron al campo con una defensa de tres centrales y dos carrileros, replegados atrás y esperando ese toque de fortuna que le otorgase la oportunidad de ganar. Al Villarreal le faltó un punto más de ambición y le sobró un punto de precipitación y precisión en el último pase. Demasiados fallos en la entrega y muy poco movilidad y profundidad. Solo Gerard ofrecía detalles diferentes y eso que el ‘7’ todavía necesita ese punto de chispa que da la competición. 

El partido del Villarreal en el Ciutat de València parecía un ‘dejà vu’ de otros fuera de casa como Cádiz, Elche o Pamplona, por citar los más cercanos en el calendario. La primera parte se jugó al ritmo de un cero a cero, que en otras circunstancias hasta podría parecer un pacto de no agresión entre las partes.  Solo dos llegadas reseñables con tintes de peligro por el lado groguet, en una primera parte sosa y aburrida. ¡Menos mal que los dos equipos se jugaban tanto en el césped! Yeremy tuvo la más clara, pero se precipitó en el remate y Danjuma se hizo un lío con el balón. Por otra parte, el Levante convirtió a Rulli en un jugador invisible. Ni un remate a puerta.

En la segunda parte se abrió el partido, pero porque el Levante sí le metió una marcha más al juego. El Villarreal ni estaba ni se le esperaba. Salvo una internada de Foyth por el carril derecho, que acabó con un tiro al poste... y poco más. Hasta Emery parecía contagiado del sopor que transmitía su equipo y tardó un cuarto de hora en hacer cambios en un Villarreal que necesitaba más que retoques una revolución. Salieron Lo Celso y Coquelin para inyectar intensidad. Si, se notó pero no lo suficiente. Arriba Danjuma era un espejismo de sí mismo y Yeremy le ponía pundonor pero no le salía nada. Y entre tanto el Levante aprovechó su ocasión o, mejor dicho, el error del Villarreal. Pau se durmió en un balón largo a las alturas y el comandante Morales no se lo perdonó y marcó un gol que hundía en la miseria a un Villarreal insípido y sin alma competitiva. Y los granotas ahondaron más en la herida. Otro error monumental atrás, posibilitó que Morales rematará a un muerto llamado Villarreal y le apuntillara con un 2-0 humillante. Más duro que perder fue cómo se gestó una nueva derrota fuera de casa. Emery tiene que meditar.

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