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VILLARREAL CF

La crónica de la Champions | Los milagros existen: el Bayern solo pierde por 1-0 ante el Villarreal

El Submarino le da un meneo de muerte al poderoso campeón alemán que pudo salir goleado

Arnaut Danjuma fue el autor del gol de la victoria del Villarreal ante el Bayern de Múnich. GABRIEL UTIEL

Los milagros existen. Anoche el Bayern de Múnich vivió uno en sus carnes: solo perdió por un 1-0 ante un Villarreal CF excelso y generoso en el trabajo, majestuoso y humilde y talentoso, genial y estajanovista… un Submarino espectacular que truncó una racha de 22 partidos invicto del poderoso equipo bávaro. Nadie daba en la Champions League un céntimo por los amarillos. Solo se pronosticaba por cuántos goles podría ser la derrota. Se calificaba de milagro una posible victoria amarilla y lo realmente increíble fue una victoria solo por la mínima. Gerard, Pedraza, Lo Celso, el gol anulado por muy poco a Coquelin tuvieron al Bayern en la lona.

Ahora la eliminatoria de cuartos de final está abierta, pero el equipo amarillo viaja a Alemania con un gol de ventaja, pero sobre todo con la sensación de que fue superior a su rival. La pócima mágica de la aldea gala volvió a surtir efectos ante otro grande de Europa. Ya la sufrieron Arsenal, United, Juventus y también el Chelsea que solo pudo ganar en los penaltis. La última víctima fue el Bayer. 

El Sí, se puede ya forma parte del manual de una afición impresionante, que llevó en volandas a su Villarreal desde horas antes del partido.

El triunfo del Submarino en las casas de apuestas se pagaba a 19-1 en las horas previas. El Bayern se encontró con la horma de su zapato. Los alemanes son una trituradora. Son intensos, su presión al rival es asfixiante, corren como plusmarquistas de los cien metros lisos, van al choque como gladiadores y propinan golpes letales como un boxeador campeón del mundo de los pesos pesados cuando asoman al área.

Para plantarles cara, debes ganar un sinfín de pulsos que te plantean en cada metro cuadrado del terreno de juego, porque son una máquina de ganar, como demuestra su trayectoria de 22 partidos invictos fuera del Bayern Arena en Europa. Pero la pequeña aldea gala de Astérix y Obélix que dirige el druida Emery es territorio hostil. La pócima mágica le dio una fuerza sobrenatural a los amarillos, que no solo aguantaron las embestidas de los Julian Nagelsmann, sino que les dejaron totalmente anulados. El peligro, las acciones con aroma de gol, sólo e vivieron en la portería de Neuer. 

Emery, con valentía

El Villarreal saltó con un 4-4-2 clásico, con Danjuma y Gerard como puntas, y las novedades respecto al partido del Levante, de Lo Celso y Coquelin en un centro del campo diseñado para nivelar el poderío físico teutón. Dejar a cero ocasiones al Bayern está al alcance de muy pocos y el Submarino no solamente lo logró, sino que puso en serios apuros a Neuer. 

El ritmo era frenético, brutal, diseñado más para atletas que para futbolistas. El Villarreal peleó cada balón, en cada palmo del terreno de juego, como si en cada acción se jugase el pase a las semifinales. Sin embargo, la gran virtud de los de Emery, la demostración de su madurez y personalidad futbolística, era que mantenía fidelidad absoluta a su identidad y estilo. Se defendía con orden, pero se intentaba sacar siempre el balón desde atrás con seguridad y confianza. El Villarreal nunca le tuvo miedo al Bayern, respeto sí, pero le jugó de tú a tú en todo momento..

Con esas señas, con ese estilo, el Bayern mordió el polvo y se quedó en la lona a los siete minutos. Lo Celso, Parejo, Gerard y Danjuma, oportuno, enciende la Cerámica, desata la pasión y pone patas arriba la Champions League. Ver por detrás a los bávaros en el marcador es una postal inusual en cualquier competición.

El Bayern, ofuscado

Los alemanes pusieron sus motores a máxima potencia, velocidad de autopista germana, pero delante tenía a un equipo que creía a muerte en sus opciones y corría igual, o más, que ellos. El partido transcurría más hacia el 2-0, con el Bayern ofuscado y atascado. Gerard, Danjuma, Capoue… le pusieron el aliento en el cogote a su rival. Y Coquelin les puso contra las cuerdas. Tres malditos centímetros medidos por el compás milimétrico del VAR, resucitaron al Bayern, cuando el 2-0 ya iluminaba el videomarcador, por un fuera de juego de ordenador.

El Bayern miraba al cielo y rezaba porque sólo perdía 1-0. Y lo que se le venía encima en la segunda parte. La intensidad lejos de disminuir, crecía a medida que el reloj avanzaba. Era un duelo de resistencia y poderío físico en el que el Villarreal era superior.

Las plegarías de Nagelsmann en el descanso parecían tener efecto. De otra forma, era complicado explicar cómo el poste salvó un tiro envenenado de Gerard escupido por el poste, con Neuer batido, o un tiro bombeado con el portero del Bayern fuera de su portería que con suspense se marchó fuera. ¿Un milagro que pudiera ganar el Villarreal? No, lo inexplicable es que el partido solo exhibiera un raquítico 1-0 a favor de los amarillos.

Un final frenético

Y la batalla continuaba. El Bayern, herido en su orgullo, seguía jugando a velocidad de crucero. Sin respiro, pero también sin ideas, porque la defensa grogueta ofreció un partido perfecto. Por arriba, por abajo, en la anticipación, en el uno contra uno y en el cuerpo a cuerpo, Foyth, Pau, Albiol, Estupiñán, Capoue, las ganaban todas. Sus baterías no eran un coche eléctrico alemán. Su autonomía daba para superar a los alemanes y dejarles al borde del KO, y sin generar una sola ocasión de peligro real y sufriendo con las contras del Submarino, que no tuvo tino en la definición porque de lo contrario el Bayern hubiera salido goleado de la Cerámica.

Los alemanes nunca estuvieron cómodos y su fortuna fue una derrota mínima que les deja vivos para la vuelta. Otra noche inolvidable en la Cerámica. Una más… y no será la última. #SíSePuede. ¡Claro que sí!

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