VILLARREAL CF

La crónica del Villarreal vs. Liverpool | Despedida de campeón (2-3)

El Villarreal acarició la final de París en una primera parte en la que con el 2-0 tuvo al Liverpool cerca del KO

Los futbolistas del Villarreal agradecen el apoyo de la afición del Submarino tras el desenlace final.

Los futbolistas del Villarreal agradecen el apoyo de la afición del Submarino tras el desenlace final. / EFE

Vila-real

Una noche inolvidable. La afición grogueta dio una lección al mundo de amor y fidelidad a su equipo. Le despidió con un estadio lleno hasta la bandera hasta 15 minutos después de la conclusión del partido, aclamando en pie a su Villarreal. Le despidió con honores de campeón. Era difícil abstraerse al ambiente mágico que se vivió anoche en el estadio de la Cerámica y no salir del campo con los pelos de punta.

Era un partido para ganarlo y se tuvo muy cerca con el 2-0 con el que concluyó la primera parte. La segunda fue del Liverpool que volteó los goles de Dia y Coquelin. Pero el Villarreal se marchó de la Champions con la cabeza bien alta y habiendo tenido al borde del KO al Liverpool hasta el minuto 61 en el que el gol de Fabinho rompió el sueño de estar en la final de París. ¿Qué hubiera pasado si el árbitro señala el penalti de Alissón a Lo Celso? ¿Y si Gerard hubiera llegado en plenitud de condiciones al partido más importante de la temporada? Son interrogantes que no desdibujan el orgullo de campeón con el que ha caído el Villarreal ante un gran rival.

El plan de Emery

El plan de Emery era ganar la batalla con fútbol y más fútbol. Había que hacer un partido de excelencia y para superar a un equipo físico como el Liverpool, no se podía plantear la partida con sus mismas armas. Además del fútbol control, se tenía que defender bien y dejarse llevar por el ambiente espectacular de una afición enfervorecida y enloquecida con su equipo. Anfield fue un meme comparado con la pasión de 22.000 seguidores groguets que anoche no fueron el 12, sino el 13 y el 14. La Cerámica rugía y enseñaba al mundo que es una afición de Champions, como el Villarreal. 

Desde el minuto 1, solo hubo un equipo que puso el fútbol y llevó el tempo del partido siempre. La presencia de Gerard era un plus, pero lo que brillaba con mayúsculas era el bloque. Como el lema de los mosqueteros: uno para todos y todos para uno. Y eso que de partida a Emery se le cayeron dos de sus misiles. Primero, Yeremy Pino y a última hora se confirmó la ausencia de Danjuma, por molestias en el pie. El Villarreal tenía que hacerle cosquillas al Liverpool con su mejor virtud: el manejo de la pelota. Y para esa pócima tenía ingredientes suficientes con Parejo, Lo Celso, Capoue, Coquelin, Gerard…

El Liverpool sufría la misma medicina que le recetó al Villarreal en Anfield. La furia grogueta aniquiló las armas de los ‘red’, el mejor equipo del mundo del momento. A los dos minutos, el Villarreal dibujaba un partido con un guion diferente. Capoue ve solo a Dia, la gran novedad del once, que oportuno empuja a la red con su bota y el alma de millones de groguets en el mundo que anoche empujaron desde los cinco continentes. Y la exhibición del Submarino continuó. El Liverpool parecía un equipo chico engullido por un gigante crecido y envalentonado. La movilidad de Gerard era un dolor de cabeza para Van Dijk y Konaté. Y defensivamente el Submarino estaba jugando un partido perfecto. Albiol era el Boss y Pau el mariscal de una zaga que ganaba todos los duelos. Salah, Mané... perdían cada pulso que se planteaba. 

Se buscaba el 2-0 con un martilleo constante. Y el árbitro neerlandés se tragó un penalti por arrollamiento de Alisson a Lo Celso. Y siguió la carga. El monólogo era absoluto. Y cayó el segundo. Otra vez Capoue de asistente y Coquelin elevándose con una fuerza sobrenatural para conectar un preciso cabezazo que desató la locura. La eliminatoria estaba en tablas, pero ahora en territorio groguet. Y llegó el descanso.

El Liverpool salió a por todas en la segunda parte. El Villarreal perdió punch, con un Gerard renqueante y que no se encontraba al cien por cien. Emery le mantuvo en el campo, por lo que significa el 7, pero le faltaba el fuelle que le distingue.

Y al cuarto de hora, un error defensivo, propiciaba que Fabinho pudiera encarar a Rulli y batirle por bajo. El 2-1 minó un tanto la moral de un equipo que había sido dominador en el primer tiempo pero al que las fuerzas le iban menguando y en el terreno de lo físico, los ingleses eran superiores. Y cinco minutos después, el segundo tanto de los de Klopp, que convertía el sueño del Villarreal en un imposible. Lo que pasó después, como se dice en baloncesto, ya eran minutos de la basura. El Villarreal se fue del partido con el golpe anímico de la remontada.

En plena desesperación grogueta, Mané anotó el 2-3 y poco después Capoue fue expulsado. El Liverpool lo celebró a lo grande. No era para menos, el Villarreal le había metido el miedo en el cuerpo. Gracias, Villarreal. 

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