La crónica

Partido de Leyendas del Villarreal CF | Los ídolos son para siempre

Riquelme, Forlán, Palermo... La Cerámica disfrutó con una fiesta del fútbol a la altura de los recuerdos

Fernando Roig y Juan Román Riquelme.

Fernando Roig y Juan Román Riquelme. / Manolo Nebot

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Un ídolo no caduca jamás. Un héroe es para siempre. La admiración por un futbolista nace desde lo más hondo y ahí permanece por mucho tiempo que pase. El Villarreal CF reunió este sábado en el estadio de La Cerámica a una colección imponente de ídolos y héroes. Los futbolistas que tantas veces hicieron feliz a la gente volvieron a pisar el césped por última vez en una cita bañada en el recuerdo, la nostalgia y la emoción, y que desembocó en una fiesta inolvidable. La realidad estuvo a la altura de la memoria, que no siempre es fácil. Los niños vieron en acción a los protagonistas de todas esas gestas que escucharon de sus mayores, y los mayores volvieron a ser niños por una tarde. Lágrimas por las mejillas. Honores a los que vinieron y a los que ya no están. Viajes en el tiempo y la il·lusió de tot un poble: el fútbol todo lo puede.

El Villarreal celebra el Centenari Groguet y programó en La Cerámica uno de sus más esperados actos: un equipo de Leyendas del Villarreal se midió a un combinado de Leyendas de España. Con las de la Roja podía haber matices, pero con las groguetas el calificativo legendario era inapelable. 

Diversión

En la práctica, fue divertido. Un par de minutos tardó Juan Román Riquelme en tirar una pared con Diego Forlán e instalar a la grada en un estado de felicidad permanente. El partido lo ganó España (0-1) y fue más o menos decente, teniendo en cuenta que, a la mayoría de los jugadores, el cerebro les dictaba órdenes que su cuerpo luego no podía cumplir. Destacó el sentido del espectáculo de Martín Palermo, auténtico e inigualable: intentó marcar desde el centro del campo, peleó un par de balones imposibles, cien por cien tribunero, e intentó algún remate en plancha que no conectó por poco. En uno de ellos, el daño colateral fue el pobre Sergi Barjuán, que quedó averiado por el choque.

El partido se jugó con el botón del sprint limitado. Pocos podían usarlo. Javi Venta era uno de esos privilegiados: Riquelme alumbró su desmarque con un pase de fantasía, en lo mejor de la tarde. La jugada no acabó en gol porque Raúl Bravo sigue rompiendo las ilusiones de los demás por mucho tiempo que pase. También Forlán regaló un par de arrancadas: en una de ellas exigió al portero Ricardo, que desvió la bola a córner. 

El Villarreal encajó un gol por un cabezazo gaviotero de Catanha en el minuto 27, pero no le importó a nadie: ¿Cuánto vale ver a Bruno encontrar a Riquelme entre líneas con uno de sus clásicos pases? No se puede medir el valor de lo incalculable.

Los médicos y los fisios sí sacaron la calculadora. No les faltó trabajo: antes que Sergi cayó Salva Ballesta, que aguantó veinte minutos, y antes que Salva había caído Senna, que duró diez. Por si faltaba algo arbitraba Mateu Lahoz: Unai y Josico pudieron rememorar viejos tiempos chocando como chocan los autos de choque.

Capitanes y descanso

El envite se dividió en dos partes de cuarenta minutos. Al descanso ya llegó en ventaja España gracias al reseñado gol de Catanha, y con Quique Setién, el entrenador groguet en la vida real, capitaneando a la Roja y convirtiendo los pitos iniciales en aplausos. El Villarreal inventó, por cierto, la doble capitanía, en uno de los numerosos guiños a la imaginación del hincha, y Bruno Soriano y Marcos Senna compartieron brazalete.

En la segunda parte, Capdevila cambió de equipo para intentar algo histórico: perder dos veces. La falta de puntería del Villarreal evitó esta hazaña. No hubo gol del Submarino que celebrar, pero sí momentos reseñables. En el minuto 52, el arquero Barbosa descolgó un cabezazo de Camacho en el paradón de la tarde. En el minuto 62, Riquelme tiró dos amagos barrocos en la frontal antes de combar el disparo, y el tiempo se detuvo por un instante. Fue el último baile: antes de que se sacara el córner lo cambiaron, y todo el mundo se hizo un poquito más viejo de repente. Quizá para compensar, el público de La Cerámica optó entonces por la ola mejicana, algo antiguo, pero a la vez de espíritu joven.

El anhelado gol del Villarreal no llegó, pese a la aplaudida potencia de Xisco Nadal y un par de ocasiones de Sorín y Héctor Font a la hora de los postres. A poco del final, la afición se arrancó a cantar el himno a capela, por si era necesario subrayar que no se celebraba un resultado, sino algo mucho más importante.

Leyendas Villarreal: Palop, Javi Venta, Gonzalo, Unai, Capdevila, Bruno, Senna, Pires, Riquelme, Forlán y Palermo. 

Técnico: Benito Floro. 

También jugaron: Barbosa, Musacchio, Coloccini, Josico, Cani, Víctor, Guayre, Sorín, Héctor Font, Tasevski, Peña, Moisés y Xisco.

Leyendas España: Ricardo, Juanfran I, Iván Campo, Raúl Bravo, Sergi, De la Red, Setién, Víctor, Amavisca, Morientes y Salva. 

Técnico: José Antonio Camacho. 

También jugaron: Contreras, Juanfran II, Giner, Capi, Sergio, Catanha, Ignacio Camacho, Ito, Albelda y Capdevila.

Goles: 0-1. Min. 27: Catanha.

Árbitro: Mateu Lahoz, del comité valenciano, asistido por Cebrián Devis y Porras Rico. 

Estadio: La Cerámica. Espectadores: 19.763.

Fernando Roig y Martín Palermo.

Fernando Roig y Martín Palermo. / Manolo Nebot

Los actos previos

Antes del fútbol, se celebró un emotivo homenaje colectivo con alrededor de 150 exjugadores del Villarreal que, durante distintas épocas defendieron la camiseta amarilla. El presidente Fernando Roig los recibió uno a uno sobre el césped. Se realizaron distintas fotos, primero por décadas y todos a la vez, plasmando la gran familia amarilla. Además, el alcalde de Vila-real, José Benlloch, entregó al presidente un cuadro de alegoría de la ciudad de Vila-real al club en reconocimiento por el centenario.

El once histórico

Al descanso se dio a conocer el once histórico del Submarino, que fue elegido por los aficionados a través de una votación on line. La alineación ganadora fue la siguiente: Sergio Asenjo en la portería; Foyth, Gonzalo Rodríguez, Raúl Albiol y Capdevila en la defensa; Marcos Senna, Bruno Soriano, Cazorla y Riquelme en la media; y Diego Forlán y Gerard Moreno en la punta del ataque.

Además, Pau Torres recibió la insignia de oro y brillantes, y el gol de Alberto al Compostela en 1998 fue elegido el mejor de siempre.

El Villarreal había preparado hasta el último detalle. Futbolistas importantes como Rossi, Santi Cazorla, Asenjo o Arruabarrena, que no pudieron acudir, enviaron sus mensajes a la afición a través de las pantallas gigantes. El saque de honor del partido lo realizó Adriano García, el máximo goleador histórico. Valga ese toque de clase para compensar la ausencia posterior de goles. 

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