Tres veces y hacia la eternidad. ¡Hip, hip, hurra!, !Hip, hip, hurra! y más fuerte: !Hip, hip, Hurra! Así era el carismático grito de guerra de Mosén Guillermo, cura del Villarreal CF, en las clásicas ofrendas a los patrones que realizaba el club en el inicio de cada temporada. De vocación cura y de pasión el Submarino, equipo al que ligó su corazón desde su llegada en los años 60.
El capitán amarillo y mítico jugador de aquella época como Eusebio fue el celestino de un relación infinita. Mosén y el Villarreal se dieron el sí, quiero y estuvieron juntos en las buenas y en las malas. Desde las categorías regionales hasta Primera División... y la Champions League.

Un símbolo ‘groguet’
Nacido en València, cuando llegó a Vila-real se enamoró del Submarino para siempre: «Un hermano de mi madre fue jugador del Valencia y era mi tierra». Y empezó la historia de amor: «Íbamos a los desplazamientos porque eran cortos: recuerdo a Benicarló, ¡qué duros eran!; al Acero... Hasta que en el 67 ascendió a Tercera», recordaba.
En la categoría nacional, se reunían en el Bar La Granja para ver los partidos. Lugar donde la canción Yellow Submarine pasó a ser un emblema del club groguet: «Había una máquina donde ponías una moneda y bajaba el disco». El resto es historia.
Desde los inicios hasta el título de la Europa League, Mosén lo sintió como suyo, porque era suyo: «El ascenso a Primera fue un despiporre. Y en la semifinal de la Champions, el árbitro austriaco nos jodió el partido en Londres... y aquí Riquelme falló el penalti». Así era bonita relación de Mosén con el Villarreal. Una unión eterna. Descanse en Paz.