VILLARREAL CF

Dulce fin de año para el Villarreal en Leganés (2-5)

El Submarino vence en Leganés con triplete de Barry y broches de Gerard y Pau Cabanes un partido áspero en Butarque y se marcha al parón navideño afianzado en los puestos europeos

El resumen de la victoria contundente del Villarreal en Leganés por 2-5

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Leganés (enviado especial)

Todos los partidos valen tres puntos, pero algunos añaden un extra. Suele ocurrir con el último partido del año, que endulza o amarga el parón navideño. El resultado deja un poso que tarda un tiempo en difuminarse, porque no hay revancha rápida a la vuelta de la esquina. El resultado arraiga en el recuerdo y amarga o endulza los amaneceres de demasiados días.

En el caso del Villarreal CF, la victoria en CD Leganés equivale al broche de la satisfacción. Los tres puntos y el 2-5 de Butarque despejan las temidas dinámicas, recuperan la quinta plaza y dan derecho a mirar la zona Champions, a soñar al menos con ella con toda la legitimidad del fútbol.

Porque el Submarino se lo curró ayer en Leganés. Aun lastrado por la falta de contundencia defensiva del primer tiempo, firmó un ejercicio profesional cuyo mérito crece al recordar que los groguets se presentaron en Madrid con siete bajas, alguna de ellas, como la del goleador Ayoze Pérez, de indudable peso. Además, a diferencia del rival, llegaban a la cita tras disputar partido entre semana.

Nada de eso supone una excusa a estos niveles, pero sí un ingrediente a tener en cuenta en la coctelera de los argumentos y los juicios. Marcelino García Toral, de hecho, movió piezas en el engranaje del once inicial: tiró de experiencia en la zaga, con Raúl Albiol a la cabeza, y dinamismo en la media, con Gueye a la vera de Comesaña. Baena se juntó con frecuencia con Barry en la delantera, y desde las bandas partieron Yeremy y Denis, este por la izquierda.

Pronto se vio que se trataba del típico partido áspero que si no trabajas no ganas. El Leganés arrancó con la inercia feliz del histórico triunfo sobre el Barcelona, y así se palpaba en el ambiente. El campo casi lleno, el aire festivo en la grada y para culminar la secuencia, un gol en el primer disparo a puerta.

La noche se complicó para el Villarreal en el minuto 6, cuando Cissé, llegando desde la segunda línea, embocó a la red por bajo un pase atrás de Miguel. Demasiado fácil. El 1-0 resumió en unos trazos la ternura defensiva del Villarreal, por un lado, y la versatilidad práctica del equipo de Borja Jiménez, por otro, cuya principal virtud reside en lo que no hace. Estilo de juego: no complicarse.  

Más allá del gol, le costaba generar al Submarino, y nada mejor en esos casos que la pelota parada. Al cuarto de hora, Baena sufrió una falta en tres cuartos y Marcelino sacó la pizarra. El baile de amagues entre los lanzadores descolocó a la defensa local: Albiol ganó por alto el primer despeje, Comesaña prolongó la bola y Barry se revolvió para sacar un gol casi de la nada.

El 1-1 suavizó el paisaje. El Villarreal empezó a encontrar los filones que había estudiado. Barry dañaba al espacio y en su escolta los demás conectaban por dentro. Con el territorio ganado, de nuevo asomó la pelota parada. Baena enroscó una falta que la barrera desvió por los pelos en el minuto 24.

Las cosas -no muchas- pasaban en campo contrario. El Leganés parecía domado, y apenas inquietaba, hasta que sacó un penalti de la nada. Torpemente y con toda la ventaja, Logan Costa frenó en falta una maniobra del exgroguet Dani Raba, quien marcó el segundo desde los once metros.

Otra vez, demasiado fácil. 

Ocurrió pasada la media hora de juego, y de repente hacía más viento, más frío y todo eso. Sin embargo, y como a menudo el fútbol va por un lado y los goles por otro, Yeremy anduvo listo y cobró un penalti a Nastasic. Barry, con mucho temple, abrochó el 2-2 en el tiempo de descuento.

Todavía en el mismo añadido hubo otro susto para los groguets. De nuevo demasiado fácil: un balón largo que nadie ataca y complica al meta tras el bote.

La acción serviría de recordatorio: el camino hacia el triunfo era otro. El Villarreal es un equipo que concede demasiado, y solo eso lo aleja de lo máximo. Con ese desafío empezó el segundo tiempo.

La segunda parte

Marcelino no esperó. En el vestuario se quedaron Costa (entró Pau Navarro) y Denis (Gerard a escena). El equipo fue otro. Gerard mediapunteó, Baena se acomodó en su cuadradito y el Villarreal rozó el gol en dos tempranas aproximaciones: un cabezazo de Baena que se fue alto y un tiro a quemarropa de Barry que tapó el meta.

 En esas estaba el partido cuando hubo una falta y luego una tangana. El árbitro expulsó al local Óscar y amonestó al groguet Yeremy, que aglutinó las iras del público. El jugador del Villarreal respondió a su manera: con la jugada y el pase para el 2-3 de Barry, otra vez. Quizá Yeremy no pueda ir de vacaciones a Leganés.

La ventaja visitante se agrandó con otra roja. Fue expulsado Jorge y antes y después hubo opción de sentencia. La tuvieron Gerard, Pau Cabanes, Pape Gueye... Hasta que llegó el penalti a Pau en el 90’, la rúbrica victoriosa de Gerard y el regalo del quinto de Cabanes

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