No se puede estar más orgulloso de este Villarreal CF de Unai Emery. Ni tampoco se le puede pedir más. En Belfast le faltó esa pizca de suerte con dos balones a los palos y esta vez la ruleta rusa de los penaltis no cayó de su lado. En el séptimo lanzamiento la moneda cayó del lado inglés. No importa, es secundario, porque la imagen ofrecida por los amarillos en la final de la Supercopa de Europa 2021 en Windsor Park acrecienta la leyenda de este Villarreal que estuvo a punto de tumbar a otro Goliat del fútbol mundial como el Chelsea

Se quedó a 11 metros de distancia de coronarse como el mejor de Europa, pero este equipo de leyenda ya se ha ganado el cariño del planeta fútbol. Galácticos. Orgullo groguet. Muy grandes los jugadores del Villarreal.

La puesta en escena de Emery no denotaba miedo al Chelsea. El Submarino plantó cara al poderoso campeón de la Champions y a sus propios problemas con rigor táctico y concentración defensiva. En cualquier escenario el conjunto londinense impone respeto a cualquiera, más todavía cuando lo haces corto de preparación y con varios futbolistas importantes entre algodones. El técnico amarillo apostó por un once con Foyth en el lateral derecho y Yeremi Pino como interior derecho dentro de un 4-4-2. Posiblemente solo este detalle alimentaba un poco el factor sorpresa, porque el resto era el equipo previsible por todo lo acontecido entre el brote de coronavirus, las lesiones y la incorporación tardía de jugadores de peso al trabajo. 

Así, el cuadro de la Plana Baixa salió muy concentrado e intentando tener la pelota, a la vez que se replegaba con orden cuando el rival, con más poderío físico, llevaba el control. El cuadro inglés entró en el partido dispuesto a resolver por KO técnico. Marcos Alonso y Kanté dieron los primeros avisos de su potencial. Replegado y defendiendo, el equipo groguet intentaba frenar el ímpetu del campeón de la Champions. En el tablero de Windsor Park se medía el fútbol intenso, físico y atlético del Chelsea frente a una visión más plástica del Villarreal. 

El primer gol

Y en una rápida acción ejecutada a ritmo de vértigo desde la banda izquierda, con un arrastre de los dos puntas ingleses, se quedaba solo el marroquí de origen Ziyech para que fusilara a Sergio Asenjo. 

El Villarreal lejos de asustarse se levantó con orgullo. No estaba en Belfast para lucir palmito, sino para pelear por la Supercopa. Se rehizo y fue a por el Chelsea, con sus armas y su espíritu competitivo. El equipo de Tuchel sintió el hierro cuando Boulaye se plantó ante Mendy y tuvo el empate en sus botas. El partido se puso bonito y le dio caché a la Supercopa. Asenjo exhibió sus reflejos bajo palos en un tiro de Marcos Alonso, pero la más clara la tuvo Alberto Moreno, rompiendo el larguero de la meta inglesa en la última acción del primer tiempo. El Villarreal lucía también sus galones. 

De menos a más

La segunda parte del Submarino fue digna de un campeón. La suerte le volvió a ser esquiva en una acción de uno contra uno de Gerard Moreno ante Mendy, después de un grueso error del portero inglés, pero el remate impecable del delantero amarillo se topó otra vez con los postes. Al Chelsea entonces le entró el miedo. El balón cambió de dueño y el conjunto londinense tuvo que atrincherarse atrás. Emery había convencido a los suyos en la caseta de que se podía ganar el encuentro y sumar el segundo título europeo para las vitrinas del club. Y entonces el Villarreal empezó a jugar a fútbol como los ángeles. ¡Qué manera de mover el balón! Una lección de fútbol asociativo, paredes, pases interiores... El partido era monocromático. Y el empate acabó cayendo en una jugada de fantasía. Taconazo de Boulaye y golazo de Gerard Moreno. Los 1.200 seguidores groguets también tomaron el mando en Belfast frente a los más de 12.000 hinchas ingleses. El técnico de Hondarribia movió el banquillo para dar aire a los suyos, la mayoría todavía lejos de su pico de forma. Y como en Gdansk, la final se fue a la prórroga. 

En el tiempo extra, el Villarreal empezó dominando pero poco a poco fue pagando el esfuerzo y el Chelsea se hizo con el control del esférico y de la prórroga. El Submarino aguantó y llegó a la tanda de penaltis. Después de siete lanzamientos, Raúl Albiol, uno de los mejores de la final de Belfast, falló el decisivo ante el recién salido Kepa. Pero el Villarreal regresa a España con honores de campeón.