Si de lo que se trataba era de no ser invisible en Madrid, Ximo Puig a fe que lo ha conseguido. Su intervención, a modo de coloquio, en los desayunos informativos de Europa Press, no ha dejado a nadie indiferente. Dos temas políticamente (in)correctos se han colado fuera del guión oficial de lo que debía ser el discurso del president. Dos temas que, dicho sea de paso, no desentonan en el ideario de Puig, pero quizá ahora no tocaba... o sí. Porque ahora de lo que se trataba era de reivindicar y reiterar en Madrid la marginación que sufre la Comunitat en cuanto a la financiación por parte del Gobierno central. Pero eso quedó en un segundo plano.

Dicen que a Ximo Puig le cuesta mentir, que uno de sus valores es la sinceridad y que a veces se le escapa lo que piensa. Ayer fue uno de esos días. Pero, como todo en la vida, hay matices. Que está a favor de recuperar el reconocimiento de Cataluña como nación en el Estatuto catalán, el que anuló el Constitucional, lo dijo de manera consciente porque así lo cree. Es lo contrario a la tesis de su partido y de su secretario general, pero es lo que hay. Lo otro, lo de que Pedro Sánchez tiene el aval del partido pero “todo en la vida es revisable”, también lo piensa, pero se le escapó. Bien sabido es que el de Morella es más de Susana Díaz que de Sánchez, pero a dos meses de las elecciones generales, no tocaba. Se dio cuenta de inmediato, y lo matizó.

En cuanto al primero de los asuntos, Puig cree firmemente en que el problema catalán hay que abordarlo de frente, con diálogo, y en que la única visión posible de España no es la que se transmite desde Madrid. Puig, ayer, no quería pasar de puntillas en la capital y ha optado por hacerse presente para anunciar que quiere convertirse, él y la Comunitat, en piezas clave en la solución entre Cataluña y España. Además, de paso, su intervención y los dos titulares que se ha ganado a nivel nacional le servirán para reforzar su papel como barón territorial. H