Cuando un equipo sale a disputar un partido, en su idea o táctica hay un reparto equitativo de responsabilidades en las distintas facetas del juego. En el Villarreal, la faceta goleadora mayormente está en manos de Bakambu y Soldado, por el momento los dos únicos miembros sanos del sindicato de delanteros. Sabido es que Adrián y Leo Baptistao están más para que les canten una saeta que para otra cosa.

Ante este panorama --califíquelo el lector de preocupante, sombrío o dramático-- ya va siendo hora que la nutrida nómina de centrocampistas amarillos pisen con mayor decisión y acierto el área enemiga y hagan una mayor aportación anotadora --si marcan desde fuera del área también nos vale--, que hasta la fecha es muy escasa. Los dos laterales habituales suman tres tantos anotados, los mismos que totalizan entre los nueve mediocampistas utilizados --y uno fue de penalti--. Una estadística que llama la atención y más porque en el seno de la plantilla del Villarreal hay centrocampistas con mucho talento y con capacidad para batir la portería contraria.

Recuperadores, pasadores, encaradores, rápidos, llegadores, los hay de todo tipo pero, a sus virtudes, hay que añadir la de ser rotundos en el área rival que, como el agua, el gol ha de ser de todos. H