En muchas ocasiones nos formamos un estereotipo de las personas que no se ajusta a la realidad. Garrido es una víctima de ese costumbrismo. El entrenador del Villarreal no formaría parte de una selección de nominados al premio simpatía por votación popular con absoluta seguridad. Pero estamos hablando de fútbol profesional y no de un concurso de famoseo de la tele.

El Villarreal ha comenzado con mal pie la temporada. Peor que el resultado, en Granada me dejó una muy mala sensación la nula creación de jugadas de gol, la falta de intensidad, la lentitud exasperante en el juego, la facilidad con la que se pierde el balón en zonas de peligro y las imprecisiones en el último pase. Pero creo que en la tercera jornada de Liga no se puede poner en duda ni la capacidad del entrenador ni a grupo de profesionales que han llevado al Villarreal a la Champions y a puertas de la Europa League.

No me gusta ese run-run que se respira entre un sector de la afición sobre la figura de Garrido y que le convierte en culpable de todos los males que rodean al equipo. Es injusto, exagerado y muy perjudicial para el Villarreal. Y añadiría que inmerecido para un hombre que vive con intensidad todo lo que afecta al club y cuya implicación va mucho más allá de su faceta como entrenador. Sin olvidar que Roig le ha respaldado con un contrato hasta 2014.

Bajo la dirección de Garrido, el club ha reducido su presupuesto en más de 23 millones y se ha visto obligado a vender a su jugador franquicia para garantizar el cumplimiento de todos los compromisos económicos. Cazorla no se ha marchado por capricho. El Villarreal llegará saneado y fuerte cuando el fútbol español castigue con el descenso a los que no paguen y se dirima la guerra por el reparto de los derechos televisivos.

La pretemporada del Villarreal ha sido atípica. No se ha podido contar con Ángel -aún le falta un mes por lo menos- y Gonzalo y Senna aún no están en su mejor momento. Nilmar ha pasado un verano con muchos problemas en la rodilla, además del culebrón de su posible traspaso al Roma. La venta de Cazorla se alargó más de lo esperado y la llegada de De Guzmán se ha producido con la temporada en marcha. Demasiados inconvenientes.

A Garrido hay que reconocerle los resultados y el buen fútbol de las dos últimas temporadas. No se puede olvidar tan rápido. En el vestuario nadie duda de su capacidad y, para quien suscribe, es uno de los técnicos cuya forma de trabajar más me ha impresionado.

No obviaré tampoco los errores que pienso ha cometido esta temporada, con cambios demasiados bruscos de una semana para otra. Garrido también debe buscar su equilibrio y tranquilizarse. Con ello ganará en un poco más de tacto con un vestuario que en ningún momento ha perdido la confianza en él. A jugadores del talento de Borja, Bruno, Cani, De Guzmán, Rossi, Nilmar y compañía no se les ha olvidado jugar al fútbol. Cuando las cosas no van bien es cuando más hay que atemperar los nervios. La confianza en el técnico ha sido clave en los éxitos del Villarreal. Y Fernando Roig cree ciegamente en Garrido. H