Gracias, Villarreal. Gracias por hacernos soñar. Gracias por calentar la brasa de la ilusión y plantar cara a uno de los mejores equipos del mundo. Gracias por mantener el espíritu del Sí se puede hasta el min. 64. Gracias por dejarse la piel y no bajar los brazos pese al 0-1 en el minuto 3.

Perder nunca es una alegría, pero hacerlo de la forma que lo hizo el Villarreal sí es para sentirse orgulloso de este grupo de jóvenes jugadores de Marcelino.

Gracias por hacernos soñar, porque jugando como anoche habrá una quinta, una sexta... oportunidad de plantarse en una final. Gracias, Villarreal, fue lo que le dijo en voz alta la afición a su equipo en forma de ovación al despedirlo en su camino de vestuarios. Anoche se perdió un partido, pero el sentimiento amarillo sigue creciendo y creciendo.

Sí se puede. No era un lema, era el reflejo de la convicción absoluta del 95% de los que asistieron al Madrigal. Todos creían a ciegas en el Villarreal. Incluso con el tempranero gol de Neymar a los tres minutos de partido, los jugadores y la afición mantuvieron la fe y la ilusión en la remontada.

NO SE GUARDÓ NADA // Marcelino apostó por su presunto once titular, porque referirse a equipo A y B con el rendimiento exhibido por unos y otros es casi irreverente. La única incógnita era el acompañante de Vietto y el técnico se decantó por Uche en lugar de Gio. Su idea era echar mano del mexicano como revulsivo en la segunda parte. El inicio del partido estaba escrito por un guionista enemigo de los amarillos, porque recibir un gol sin casi tiempo para situarse en el campo es el peor sueño cuando te enfrentas a un equipo con las mejores estrellas del mundo y al que debes superar por un mínimo de dos goles, sin que el rival logre marcar.

El sueño del Madrigal se tintaba de pesadilla cuando el Barça buscó la espalda de la zaga amarilla en dos oportunidades seguidas en la misma acción y la segunda concluyó en un parabólico y vistoso remate de Neymar a la salida de Asenjo. En ambas ocasiones se produjeron sendos desajustes al trazar la línea del fuera de juego.

Pero ni el gol azulgrana quebrantó el espíritu del Sí se puede que anoche estaba grabado a fuego en la mente de todos los que ayer lucían la camiseta amarilla tanto fuera como dentro del campo. La respuesta del Madrigal tras el 0-1 fue reivindicar con más fuerza su grito de guerra cubierto de tanta esperanza como convicción en el orgullo de este Villarreal que nunca hinca la rodilla.

El Submarino adelantó la línea de presión al balón hasta el borde del área. Los robos de pelota eran continuos y el Barcelona perdía la batalla de la posesión, una guerra de la que siempre es ganador.

Se necesitaba puntería y acierto para remontar. Tres goles para forzar la prórroga. Lo más dificultoso, que era la generación de ocasiones, lo logró el Villarreal. Otra cuestión era la definición.

Cheryshev dispuso de la más clara poco después del tanto de Neymar, solo ante Ter Stegen, pero su remate se marchó al limbo. Vietto dispuso de la segunda con un dulce cabezazo que durmió en las manos del portero azulgrana. La tercera fue para Uche, con idéntico resultado y la quinta otra vez para el ruso.

El Villarreal optó por la paciencia. No perdió nunca el estilo ni cayó en la precipitación. Anoche tocaba el chip del fútbol elaborado y de toque. No era día para el contragolpe, porque el Barça se encerró atrás e intentó congelar el partido, consciente de que tenía tres goles de ventaja... y una hipotética prórroga de por medio.

DOSIS DE CONFIANZA // El equipo de Marcelino nunca perdió la esperanza. La grada, tampoco. Y el espíritu del Sí se puede recobró esplendor cuando Jaume Costa conectó el guante de su pierda izquierda y Jonathan dos Santos empujó con el alma y el corazón el balón a la red. Era la mejor inyección de moral para irse al descanso. Otra vez el objetivo estaba a dos goles, aunque ahora con prórroga de por medio. Y el Barcelona perdía a Busquets en una entrada involuntaria de Pina.

La segunda parte comenzó como acabó la primera. Dominio del balón del Villarreal, y el Barça bien asentado atrás y dejando pocos espacios. Vietto gozó de otra acción para marcar, pero el argentino no andaba fino en la definición, rematando por encima del larguero. El partido estaba vivo y el Submarino, buscando con ahínco mantener latente la fe que solo se agrietó con la expulsión de Pina por roja directa en el minuto 64. Una dura entrada del mediocentro a Neymar concluyó con la expulsión del manchego.

Se necesitaba la heroica o un milagro. Dos goles contra uno de los grandes del mundo y con un jugador menos rozaba lo imposible. Ni aún así el Villarreal tiró la toalla. Echó mano de orgullo y siguió buscando el segundo, pero ahora jugando al borde del precipicio en forma de ser sorprendido a la contra. Y así fue, un balón largo con la zaga amarilla descolocada cerró la eliminatoria y las remotas posibilidades al anotar Luis Suárez el 1-2. Restaban ya 17 minutos de la basura. El 1- 3 final de Neymar ya era pura anécdota.

El fútbol le sigue debiendo algo grande al Submarino. A la quinta irá la vencida. Todavía queda la Europa League, y viendo jugar a este equipo infatigable, habrá más ocasiones. El Villarreal cayó con la cabeza bien alta ante una verdadera constelación de estrellas como es el Barcelona. H